LA OBRA DE JUAN GONZÁLEZ MORENO (XIII)
VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA - ARCHENA (MURCIA)

Sergio Cabaco


 

El origen de la iconografía de la Virgen de la Medalla Milagrosa, también conocida como Virgen Milagrosa, se encuentra en las apariciones marianas de la monja francesa Catherine Labouré, canonizada por Pío XII en el año 1947.

Era el 27 de noviembre de 1830 cuando la religiosa de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, por entonces seminarista, sufrió una doble visión de María: en una de ellas, aparecía vestida con un hábito inmaculista de raso, de pie sobre medio globo terráqueo, llevando un pequeño globo dorado en sus manos y aplastando con sus pies a una serpiente, símbolo del pecado; la segunda visión era muy parecida a la anterior, salvo que de sus manos brotaban unos rayos similares a los del sol, representativos de las gracias concedidas al orbe cristiano. La visión acabaría enmarcándose en una especie de mandorla y la santa recibiría la orden de mandar acuñar una medalla bajo dicho modelo. 

Sin embargo, no fue hasta dos años más tarde, por las dudas que albergaba su padre confesor respecto a dichas visiones, cuando Santa Catherine Labouré consiguió que se acuñase la primera medalla de la Virgen, a raíz de una grave epidemia de cólera sufrida en París. Las numerosas sanaciones y la gran difusión que hicieron de la medalla tanto la propia orden femenina de la santa como la de los Padres Paúles, motivaron que, a principios del siglo XX, circularan varios miles de millones de medallas por todo el mundo y la Medalla Milagrosa se convirtiera en una de las advocaciones marianas más populares de dicha centuria y de la segunda mitad de la anterior.

En España, escasos fueron los artistas especializados en escultura sacra que realizaron simulacros de la Medalla Milagrosa, predominando las piezas de carácter seriado. La obra de Juan González Moreno para la localidad murciana de Archena, perteneciente a su primera etapa escultórica (1943), sigue escrupulosamente el prototipo establecido en Francia según las narraciones de la santa visionaria, de ahí que María sea una bella doncella y vaya vestida con una estilizada túnica marfileña ceñida a la cintura y manto azul con vueltas celestes que cae delicadamente sobre sus brazos. Como preseas, a la típica aureola de las doce estrellas hay que sumar, en este caso, la corona mural, mucho más frecuente en recreaciones escultóricas que pictóricas.

No resulta una obra muy destacable en la producción de González Moreno, pero sí dentro del conjunto de imágenes sobre el tema que se hallan en nuestro país, dada la escasa calidad artística de la mayoría. A ello hay que sumar una desafortunada intervención practicada en los años 90 que ha perjudicado el sello original de la figura.

 

 

Fotografías de Santiago Rodríguez López

Anterior Entrega en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com