Los madrileños José Benito (1665-1725), Joaquín (1674-1724) y Alberto (1676-1750) Churriguera, tres de los siete hijos del retablista barcelonés José Simón de Xurriguera, consolidaron la estirpe profesional y encumbraron el apellido paterno, castellanizado como Churriguera tras establecerse el patriarca en Madrid, a las más altas cimas del barroco español.

Debido a la temprana muerte de sus antecesores -José Simón y el también retablista José Ratés Dalmau, segundo marido de su madre, María de Ocaña, que también falleció pronto-, José Benito se convirtió con tan solo 19 años en el maestro de sus hermanos menores Joaquín y Alberto, a quienes enseñó a leer y escribir al tiempo que les mantenía y adiestraba en el trabajo de la madera. También se ocupó de su hermana pequeña Mariana, a quien casó con José de Larra Churriguera, uno de los aprendices de escultura más aventajados de su taller.

En 1689, José Benito obtuvo un clamoroso éxito en la Corte madrileña al ganar el concurso para el túmulo funerario de María Luisa de Orleáns, primera esposa de Carlos II. A raíz de esta obra, varios cortesanos influyentes le encomendaron diferentes creaciones, siendo la más importante de ellas el retablo mayor de la iglesia conventual de los dominicos de San Esteban (Salamanca) -en cuya ejecución intervinieron Joaquín y Alberto-, al que siguieron otros como el de Fuenlabrada, el de Leganés o el desaparecido del templo madrileño de San Sebastián, que a punto estuvo de realizar su hermano menor Alberto al ofrecer un presupuesto más bajo.

La decoración de talla en dichos retablos evidencia la desbordante fantasía de José Benito Churriguera y su inigualable maestría, invadiendo las superficies sin interferir con la estructura arquitectónica, sino potenciando sus cualidades plásticas y su espaciosidad mediante ingeniosos juegos de claroscuro y de relieve, que eran muy apreciados por los clientes y solían formar parte de las condiciones de la obra.

El gran proyecto civil de José Benito fue la traza y ejecución de la ciudad de Nuevo Baztán (cerca de Madrid), encargado por el navarro Juan de Goyeneche, hombre culto, francófilo y emprendedor (detalle del templo en la imagen superior). Durante el proceso constructivo , en el que Alberto también intervino, José Benito experimentó un notable cambio en su lenguaje artístico, que se hizo más sobrio y contenido, depurando sus habituales recursos ornamentales en aras de una severidad inusitada, más acorde con el carácter del comitente y con el destino civil y funcional de la empresa.

Poco antes de su muerte, José Benito realizaría otra obra maestra de grandes dimensiones y notable audacia, síntesis y culminación de todas sus empresas anteriores: el retablo dedicado a San Raimundo Fitero para la iglesia madrileña de las Calatravas (imagen inferior), encargado por el Real Consejo de Órdenes Militares.

Las obras más importantes de Joaquín fueron principalmente arquitectónicas, destacando tres en Salamanca: el colegio de Calatrava, la hospedería del Colegio Mayor de San Bartolomé, que alojaba a estudiantes que se pagaban los estudios sirviendo a otros estudiantes nobles y ricos que ocupaban el colegio -hoy en día se utiliza para aulas y despachos, y sus antiguas caballerizas albergan la cafetería de la facultad- y el coro de la Catedral Nueva de Salamanca, que a su muerte sería continuado por su hermano Alberto.

Precisamente Alberto, el último gran exponente de la saga, es el autor de la famosa Plaza Mayor de Salamanca, la obra primordial de su trayectoria. También destaca notablemente su templo de Santo Tomás en Orgaz (Toledo), cuya construcción no finalizó hasta 1763, quince años después de su muerte.

FUENTES

BLASCO ESQUIVIAS, Beatriz. "Ni fatuos ni delirantes". José Benito Churriguera y el esplendor del Barroco español", en LEXICON Storie e Architettura in Sicilia, n º 2, Palermo, Edizioni Caracol, 2006, pp. 6-23.