LA OBRA DE ANTONIO ILLANES (III)
CRISTO DE LA EXPIRACIÓN (MORÓN DE LA FRONTERA)

Sergio Jesús Parra Medina


 

Continuamos con el especial dedicado a las obras más relevantes
del escultor de Umbrete (Sevilla) con vistas a una futura reedición de su obra literaria
y la creación de un certamen de imaginería en su localidad natal 

 

 

“...La primera que allí modelé, en 1930, fue un Cristo expirante para una cofradía de Morón...” decía Antonio Illanes en su anecdotario "Del Viejo Estudio”.

Nos referimos al Cristo de la Expiración de Morón de la Frontera como el tercer Crucificado de nuestro escultor Antonio Illanes, ejecutado en el estudio de la Calle Santiago. Anteriormente realiza, en la Escuela de Artes y Oficios, el de la Lanzada (1929) y el primero de las Aguas (1930), desaparecido en un incendio en el año 1942.

Juan Diez de la Cortina, quien fuera Hermano Mayor de la Hermandad de la Santa Cruz de Morón, es el gran “culpable” de que este pueblo sevillano posea cuatro imágenes titulares de Antonio Illanes, además del boceto del Sagrado Corazón de la misma Hermandad, situado en la portada barroca de la Iglesia de la Compañía, donde reside dicha corporación cofrade.

Cabe destacar que Manuel de los Reyes García, quién sirviera de modelo al “mago de la gubia” (apodo de Illanes) para la talla del Cristo de la Lanzada, también lo fue para el Cristo de la Expiración. Contaba Carmela “la de la Compañía”, quien fuera sacristana del templo donde reside la cofradía, que Manuel de los Reyes, “gitano de la Cava”, en una de sus visitas a Morón, se sentaba delante del Cristo para el que posara de modelo, y se “quedaba helado” sin llegar a creerse que ese cuerpo lo tuviera él, diciendo que Illanes había hecho un milagro.

Ahora, profundicemos en la relación autor-obra, de la que al respecto, tenemos mucho de que hablar, ya que el Cristo de la Compañía fue para Illanes de lo más importante de su producción escultórica religiosa.

Seguimos apoyándonos en los valiosos testimonios de Carmela, quién llegó a la Iglesia de la Compañía en el año 1935 y que falleciera recientemente. En la iglesia pasó toda su vida y es por ello que conoció perfectamente el contexto que enmarca la relación autor-obra. Antes de continuar, quisiera publicar una leyenda que gira en torno a una Hermandad de Sevilla que quería comprar este Cristo para sustituirlo por su titular. La realidad parece ser otra, ya que tanto Carmela, como otras fuentes de información directa, aseguran que el propio Illanes, pasado un tiempo después de ejecutar el Crucificado, volvía a Morón con la idea de recuperar su Cristo ofreciendo una réplica del mismo y la suma de 40.000 ptas, teniendo en cuenta que la imagen costó 5.000 ptas por aquellos años 30 del pasado siglo. Illanes debatía con Juan Diez de la Cortina, el Hermano Mayor, que él quería su Cristo para su casa-estudio porque no había hecho otro igual. Juan Diez, ante la petición del escultor, se negó y porfiaba con el artista, cariñosamente, que él quería el Cristo para revenderlo más caro, a lo que Illanes replicaba lo contrario.

Lo cierto y verdad es que el Cristo de la Expiración se quedó en la Compañía de su pueblo para seguir siendo admirado, al mismo tiempo que hace recordar al gran artista, dándole vida a esa leyenda de amor al arte que la une apasionadamente a su Cristo. Así pues, Illanes se conformó sin que su Cristo volviera a sus manos, pero no murió sin tener un Cristo expirante en su estudio, ya que en 1966 tallará en ciprés otra imagen muy diferente a la de Morón, aunque, estoy seguro de ello, ambos son parte del mismo recuerdo...

 

Fuentes: Ricardo Rufino: “Illanes”, Sevilla, 1949. Antonio Illanes Rodríguez: “Del Viejo Estudio”, Sevilla, 1965. Real Archicofradía Sacramental de la Sagrada Lanzada: “LXXV Aniversario del Stmo. Cristo de la Sagrada Lanzada 1929- 2003”, Sevilla 2004. Juan Andrés Siles: “Morón Cofrade”, números 2, 3 y 5.

 

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