EL ENCANTO DE LO INACABADO - ARTES SACRAS (VII)
RETABLO DE SAN MIGUEL

Aintzane Erkizia e Itziar Aguinagalde (02/07/2021)


 

 

En 2011, el Museo Diocesano de Arte Sacro de Vitoria planteó la exposición "Piezas de una traza, el retablo inacabado de San Miguel de Vitoria", un ejemplo de investigación multidisciplinar aplicada a la museografía didáctica. La exposición consistió en la instalación conjunta de seis esculturas que hasta 2010 estaban dispersas en diversas ubicaciones, pero que habían tenido una concepción común y habían compartido parte de su historia. El objetivo que se planteaba con la referida muestra era devolver a dichas seis esculturas su carácter de conjunto escultórico y hacerlo visible al público. No se trataba de hacer una reconstrucción histórica, sino de sugerir un marco que nos hablara del pasado común de las piezas, de contextualizar estas magníficas esculturas, y de darles un sentido de unidad que tuvo en origen.

Las piezas protagonistas de "Piezas de una traza, el retablo inacabado de San Miguel de Vitoria" formaban parte de un proyecto creado a finales del siglo XVI, cuando el templo parroquial de San Miguel de Vitoria necesitaba hacer un retablo mayor para su cabecera y por ello convocó un concurso en 1575 con el objetivo de elegir a un artista que lo hiciera. El encargo recayó sobre Esteban de Velasco y Juan de Anchieta, uno de los mejores escultores del momento en toda Castilla, quienes firmaron un contrato en junio de 1575.

A los pocos meses del contrato comenzó un largo pleito con los escultores que culminó con el abandono de la obra por parte de Esteban de Velasco, razón por la que se tuvo que firmar un segundo contrato con Juan de Anchieta, pero esta vez asociado con el salvaterrano Lope de Larrea, lo que se hizo en 1578. En esos contratos se especificaban todos los condicionantes de la obra: materiales, tamaño, iconografía, plazos de entrega, formas de pago y el diseño del retablo, que lo había concebido el arquitecto Íñigo de Zárraga.

La obra empezó ese mismo año y en octubre de 1579, Juan de Anchieta y Lope de Larrea entregaron la primera parte de la obra, que consistía en los cuatro relieves del banco y la talla de "San Miguel Arcángel". Pero ese mismo año se derrumbó la torre de la iglesia y los ingresos de la parroquia tuvieron que destinarse a su reconstrucción, por lo que la obra del retablo se paralizó hasta nueva orden. Las piezas de la primera entrega estuvieron instaladas en el altar mayor en una estructura provisional.

Pero en 1618 el retablo de San Miguel seguía sin construirse y puesto que Juan de Anchieta había fallecido años atrás, los parroquianos comenzaron a buscar a otro excelente artífice que se hiciera cargo de la obra inacabada. De esta manera llamaron a Gregorio Fernández, el mejor escultor de Castilla en esos momentos y el introductor del estilo barroco en el País Vasco. Este artista se hizo cargo del nuevo retablo en 1624, cuando ya se habían terminado las obras de la torre. Gregorio Fernández trajo el retablo enteramente entallado en su taller de Valladolid y lo colocó en la cabecera de la parroquia en 1632, por lo que el retablo que Anchieta había dejado inacabado se desmonta y empieza la dispersión de sus piezas.

La espléndida talla del titular del retablo, "San Miguel Arcángel", debió utilizarse en alguna capilla para su culto hasta que en 1732 se coloca en el exterior del templo. En 1780 esta talla estaba en el pórtico de la iglesia, repintada simulando piedra. En esta ubicación estuvo hasta 1974 y debido a que estaba a la intemperie, sufrió numerosos daños en su conservación. Dos de los relieves que iban en el banco de aquel primer retablo, que representan la "Coronación de Espinas" y la "Flagelación de Cristo", estuvieron unos años en una capilla de la iglesia de San Miguel hasta que en 1922 se trasladaron a la sacristía, donde estuvieron hasta la creación del Museo Diocesano de Arte Sacro de Vitoria en 1999. Por otra parte, los otros dos relieves, de menor tamaño, que representan a los profetas "Moisés" y "David" se encontraron en 1976 cuando se removieron unas vigas del coro. Finalmente, la imagen de "San Pablo", obra posterior (hacia 1601) atribuida al taller de Esteban de Velasco, se localizó en 1989 tras ser hallada en un armario del coro.

Con la apertura del Museo Diocesano de Arte Sacro de Vitoria en 1999, los cuatro relieves se trasladan al mismo en calidad de depósito, y desde entonces han formado parte de su exposición permanente. Hasta 2011 la instalación los mostraba de manera independiente, cada uno con su correspondiente cartela y dispuestos por su tamaño, siguiendo un criterio estético, dentro de una museografía más convencional. Mientras tanto las otras dos esculturas seguían en la parroquia de origen, ambas sin culto y con escasa o nula atención, la talla de "San Miguel Arcángel" estaba en la sacristía y la de "San Pablo" seguía dentro de un armario. Era evidente que la instalación por separado no era fiel a la concepción de la obra de arte y por ello el referido museo se planteó el objetivo de reunir todas las piezas del retablo después de 400 años de vida separada.

Con los datos recabados en la investigación histórica, los responsables de la exposición "Piezas de una traza, el retablo inacabado de San Miguel de Vitoria" pudieron concebir el diseño de la muestra y ejecutar un montaje que recreara la estructura arquitectónica del retablo de San Miguel, insinuando la traza o el diseño que había hecho Iñigo de Zárraga, el primer arquitecto del retablo, en 1578, cuando se contrató el mismo. Para ello se tuvieron en cuenta las medidas especificadas en el contrato, las medidas de las piezas a exponer y las dimensiones de la sala del Museo Diocesano de Arte Sacro de Vitoria donde se ubicaría la muestra. También se estudiaron varios diseños de retablos romanistas de finales del siglo XVI para diseñar un montaje que resaltara la calidad de las esculturas y les diera un sentido lo más cercano a su realidad renacentista.

 

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