JAPÓN: ARTE Y CULTURA (IX)
MISCELÁNEA

Con información de Rafael Monje y http://cchj.usal.es


 

 

El origami, o papiroflexia, es una muestra del arte japonés conocida a nivel mundial. Aparte de plegar el papel para crear figuras inanimadas de formas variadas -mayormente animales, objetos y, en menor medida, personas- hay dos categorías denominadas el origami de acción, destinada a componer figuras movibles por el aire o por la acción del hombre, y el origami modular; esta última es tal vez la menos conocida y consiste en crear un modelo final, muchas veces una esfera, componiendo varias unidades idénticas con o sin hilo y/o pegamentos.

 

 

Respecto al suiseki, se trata de una piedra formada por la erosión natural de los elementos, capaz de sugerir paisajes o figuras de seres u objetos relacionados con la Naturaleza. Cada piedra, por tanto, es una obra única creada por la Naturaleza. Los orígenes del suiseki se remontan a unos 2000 años atrás en China -de donde también procede el arte del bonsái- donde estaban vinculadas a creencias religiosas, budistas y taoístas. Fueron precisamante los monjes budistas quienes lo introdujeron en Japón.

Los amantes del suiseki, en cualquier lugar del mundo, eligen los ejemplares en función de sus gustos personales y del entorno geológico. Ello supone una diversidad que enriquece un arte que no acaba con el mero hallazgo de la piedra; todo lo contrario, comienza: cuando se encuentra una que llama la atención a quien lo practica, su percepción se despierta y comienza en su interior algo apasionante: interpreta la piedra, descubre lo que encierra de belleza e interés, y hace que su mente evolucione en el campo de la estética.

 

 

En cuanto al bunraku, es el teatro de marionetas profesional. Desarrollado inicialmente durante los siglos XVII y XVIII, se trata de una de las cuatro formas del teatro japonés clásico junto con el kabuki, el y el kyôgen. Las marionetas suelen ser casi de tamaño natural y algunas son auténticas obras de arte.

El término bunraku deriva de Bunraku-za, nombre del único teatro bunraku comercial que sobrevivió en Japón durante la época moderna. También recibe el nombre de ningyo joruri por sus orígenes y esencia: ningyo significa "muñeca" o "marioneta", mientras que joruri es el canto narrativo dramático acompañado por el shamisen, un instrumento de tres cuerdas.

 

 

Por último, comentar el mencionado kabuki, forma teatral que se desarrolló durante los más de 250 años de paz que duró el periodo Edo (1600-1868). Los gustos de la clase mercante que se desarrollo en este periodo se ven reflejados en los magníficos vestuarios del kabuki y en los escenarios de las obras, que incluyen héroes enormes y gente común tratando de reconciliar el deseo personal con la obligación social. En contraste con las otras formas del teatro clásico japonés, el kabuki de hoy en día continúa siendo bastante popular.

Al principio, los intérpretes de kabuki eran fundamentalmente mujeres. Se cree que el kabuki se originó a partir de las danzas y el teatro ligero que se llevaban a cabo en Kioto en 1603; principalmente por Okuni, una asistente al santuario de Izumo. La palabra kabuki tienen connotaciones en torno a lo sorprendente, heterodoxo y deleitable, y se aplicó a las representaciones de la popular compañía de Okuni y a sus imitadores.

Una parte considerable del negocio de las compañías de kabuki de mujeres era la prostitución, motivo por el que el shogunato Tokugawa las desaprobó, prohibiendo su desempeño en 1629 y declarando ilegal la incursión de mujeres en el escenario. El kabuki de hombre jóvenes (wakashu) se hizo entonces popular, aunque, en 1652, también fue prohibido por las actividades de prostitución que ejercían igualmente los actores adolescentes.

A partir de entonces, el kabuki se convirtió en un teatro representado por hombres maduros, denominado yaro, aunque antes de que pudiera llevarse a escena, el gobierno impuso el requisito de que los actores evitaran cualquier manifestación de sensualidad y se apegaran a las convenciones más realistas del teatro kyôgen.

 

"¿Por qué me gustan las medusas? No lo sé. Las encuentro bonitas. Antes, mientras las miraba, he pensado una cosa. Escucha, lo que nosotros vemos es sólo una pequeña parte del mundo. Damos por hecho que esto es el mundo, pero no es del todo cierto. El verdadero mundo está en un lugar más oscuro, más profundo, y en su mayor parte lo ocupan criaturas como las medusas. Eso nosotros lo olvidamos. ¿No te parece? Dos terceras partes del planeta son océanos y lo que nosotros podemos ver con nuestros ojos no pasa de ser la superficie del mar, la piel. De lo que verdaderamente hay debajo no sabemos nada."

(Crónica del Pájaro que Da Cuerda al Mundo, Haruki Murakami).

 

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