MES DE JUNIO 2008 - FRANCISCO BUIZA
CRISTO RESUCITADO - SEVILLA

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 
 

 

Como hemos señalado en anteriores entregas, las obras del escultor e imaginero cordobés Juan de Mesa y Velasco sirvieron de inspiración a Buiza para llevar a cabo numerosas tallas dentro de su dilatada trayectoria. En este caso, otra figura clave del barroco sevillano, el pintor Bartolomé Esteban Murillo, sirve de referente al carmonense para modelar una obra tan audaz como escasamente valorada en su justa medida.

Del Cristo Resucitado del afamado pintor hispalense, conservado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, toma Buiza la imponente silueta y la sensación de ingravidez, resuelta en la escultura gracias a la mortaja que se enreda en su brazo izquierdo y hace la función de soporte. Para el catedrático Jesús Miguel Palomero Páramo, dicho recurso deriva del antiguo titular de la cofradía gaditana de la Resurrección, obra dieciochesca del escultor e imaginero genovés Domenico Giscardi.

Triunfal y victorioso, el Varón, tallado en madera de pino de Flandes y bendecido en el año 1973, asciende transfigurado del sepulcro en un alarde de dinamismo de claro sentido pictórico, heredado de los mejores artífices del barroco. Su altura total es de 210 cm, incluyendo la base sobre la que se asienta.

Dos años más tarde, Buiza labraría la teatral figura del ángel que llama la atención del espectador sobre el prodigioso suceso. Al igual que la hechura del Resucitado, muestra detalles mesinos en el tratamiento de su anatomía y continúa el efecto dinámico mediante la melena y los pesados ropajes que se mecen con el viento.

 

Fotografía de Roberto Villarrica

 

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