MES DE JUNIO 2009 - VÍCTOR DE LOS RÍOS
JESÚS DIVINO OBRERO - MADRID

Sergio Cabaco y Jesús Abades. Con información de Javier Antón Cuñado.
Fotografías de Juan José Casenave Clemente


 

 
 

 

Pese a no aparecer mencionado en los textos sagrados que Jesús ayudase a San José en sus labores de carpintero, la iconografía de Jesús Divino Obrero (o simplemente Jesús Obrero), que representa a un Mesías niño o adolescente trabajando en el taller de carpintería del Bendito Patriarca, alcanzó gran repercusión a partir del XIX, fruto de la Revolución Industrial (iniciada en la segunda mitad del siglo anterior) y el consiguiente deseo de los obreros cristianos de adorar a un Redentor que también compartiera con ellos la rutina y el esfuerzo del trabajo diario.

El tema de San José Obrero fue instituido como festividad por Pío IX en 1847. Por lo general, en el ámbito escultórico, Jesús suele acompañar al santo, siendo más infrecuentes las representaciones aisladas del Salvador trabajando. Lo que sí suele ser corriente es que se halle tallando una cruz o una pieza que se le parezca (caso de la efigie que nos ocupa) como presagio de su Pasión. En la rama de la pintura, existen representaciones que muestran el rostro de Cristo rodeado del instrumental propio de los carpinteros, junto con otros símbolos cristianos.

En opinión del historiador Javier Antón Cuñado, autor de la más ambiciosa publicación realizada hasta la fecha sobre el escultor Víctor de los Ríos, en la obra del cántabro se observa una clara admiración (sin caer en la copia ni el servilismo) por los maestros renacentistas que reinterpretan las formas grecorromanas; principalmente, Miguel Ángel Buonarroti, sin descartar a otros artistas franceses o españoles, caso de Juan de Juni o Alonso de Berruguete, cuyas obras son, en su mayor parte, deudoras de las inmortales manieras del genial artista italiano.

Un excelente ejemplo de lo anterior lo encontramos en la bellísima talla de Jesús Divino Obrero que recibe culto en la parroquia madrileña de San Martín, sin lugar a dudas una de las creaciones más interesantes de un imaginero que supo fundir con notable maestría la imponente pureza de líneas de la escultura clásica con la severidad figurativa de su personal estilo, totalmente alejado de los efectismos y las teatralidades propias del neobarroco imperante en su tiempo. Como bien afirmara González Palau, Víctor de los Ríos fue un "escultor de la verdad".

Para los desfiles procesionales de León, nuestro escultor llevó a cabo en el año 1955 una talla similar, aunque en esta ocasión con la madera totalmente policromada, y no levemente tintada y patinada, caso de la pieza que se venera en Madrid. En ambos casos, como bien detalla la hermandad leonesa a la hora de describir su simulacro, Jesús se halla representado con una edad que oscila entre los catorce y los dieciséis años, ataviado con una sencilla túnica ceñida por un cíngulo y tallando una pieza de madera, como corresponde a un carpintero.

 

 
 

 

FUENTES: ANTÓN CUÑADO, Javier. Víctor de los Ríos,
Ayuntamiento de Mansilla de las Mulas (León), 1997.

 

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