MES DE JUNIO 2013 - FIDES SANCTI REGNI
RESUCITADO

Sergio Cabaco y Jesús Abades. Fotografías de Pedro Pérez Montoro (obra) y Pablo Muñoz (cartel)


 

 

 

Esta imagen de Cristo Resucitado, titular de la cofradía homónima, fue inmortalizada por el escultor valenciano Rafael Rubio Vernia ascendiendo a los Cielos, con la cabeza elevada, los brazos extendidos hacia el firmamento en señal de entrega a la vida eterna junto al Padre y la mirada proyectada al firmamento, reflejando una honda espiritualidad a la hora de simbolizar la victoria del Redentor sobre la muerte.

Labrada entre 1950 y 1951, empleando el autor madera de pino de Flandes policromada, fue profundamente remodelada cinco años más tarde por el escultor Constantino Unguetti Álamo y el pintor Francisco Cerezo Moreno: el primero suprimió el extremo de la sábana que colgaba sobre el hombro derecho y modificó su anatomía, enfatizando la musculatura del torso; mientras que el segundo la policromó de nuevo.

El rostro de Jesús en su Gloriosa Resurrección -cuyas medidas son 248 x 140 x 36 cm- muestra una expresión embelesada que brilla con luz propia en la procesión de la mañana del Domingo de Resurrección. Posee los ojos de cristal, pómulos salientes y despejados, barba corta de achatadas puntas, y carnosos labios que se hallan cerrados. La cabellera, lisa y pegada al cráneo, cae sobre ambos hombros y se pierde por la espalda.

La atlética anatomía, con el tórax ancho y los miembros robustos, obedece al sentido heroico de la figura, que simula gravitar sobre una piedra. El perizoma es un paño horizontal anudado en la cadera derecha. Concebida con los habituales perfiles neoclásicos del artista -que la entregó, por la premura del encargo, cuarenta y ocho horas antes de su primer desfile-, recibe culto en uno de los altares del templo jiennense de San Ildefonso.

 

 

Nota de La Hornacina: La fotografía que ilustra el cartel del evento, obra de Pablo Muñoz, muestra un detalle del dorso de la imagen de Cristo Resucitado que remata la pila bautismal de la Catedral de Jaén. Hablamos de una obra del escultor toresano Manuel López Pérez (110 cm de altura), modelada inicialmente en barro cocido, posteriormente fundida en bronce a la cera perdida y acabada con un riguroso estudio de pátinas.

 

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