El grupo escultórico que estudiamos responde a la versión itinerante de la iconografía de la Sagrada Familia, con San José, la Virgen María y el pequeño Jesús representados dando un agradable paseo. José y María miran arrobados al Divino Infante, cuyo semblante irradia la felicidad infantil propia del Niño arropado por sus padres.

Este conjunto, dotado de un fuerte encanto popular, ha sido recientemente atribuido por el investigador gaditano Francisco Espinosa de los Monteros al escultor e imaginero genovés, afincado en Cádiz, Antonio Molinari (1717-1756), del que se tienen pocos datos sobre su vida y obra, aunque se sabe la dramática circunstancia de haber muerto ahogado en la Bahía de Cádiz. Sus creaciones se limitan mayormente a la capital gaditana, con obras como el Cristo Resucitado de la Iglesia de San Francisco, una Sagrada Familia (1752) que recibe culto en San Agustín y una Dolorosa (1756) para la Cofradía del Nazareno, que sólo mantuvieron tres años y fue destruida en 1936.

Molinari realizó también numerosas obras para la Iglesia de San Lorenzo Mártir de Cádiz, como los magníficos Ángeles Lampareros (1753) que flanquean el retablo mayor, la Santísima Trinidad que corona el mismo y una imagen de San José que se venera junto al retablo de la Cofradía de los Afligidos.

Estas tres figuras, concebidas cada una de ellas de forma exenta, presiden el altar mayor de la Parroquia de San Sebastián, enclavada en el municipio gaditano de Puerto Real. En dicho templo se conservan otras tallas pertenecientes al círculo gaditano-genovés como los arcángeles San Miguel y San Rafael.