Pese a la fama y al prestigio de los que gozó durante toda su trayectoria artística, hasta el punto de ser calificado como el imaginero sevillano más importante de la segunda mitad del siglo XIX, lo cierto es que Gabriel de Astorga (Sevilla, 1804-1895) fue un artista en general discreto que estuvo muy lejos de alcanzar los logros artísticos de su padre Juan de Astorga. No obstante, a pesar de sus limitaciones, es de justicia reconocer que Gabriel supo cumplir con dignidad los encargos cometidos, llevando a cabo unas carismáticas creaciones de fuerte sabor popular que tuvieron mucho éxito y supieron conectar fácilmente con el público.

Nació el 23 de enero de 1804, recibiendo las aguas bautismales en el templo sevillano de San Pedro el día 31 del mismo mes bajo el nombre de Francisco Gabriel Ildefonso de San José, probablemente en honor de su madrina y tía, María Gabriela del Castillo. Gabriel de Astorga Miranda siguió la vocación escultórica paterna, aunque sus obras y trayectoria profesional acreditan que nunca llegó a igualarle en creatividad y recursos técnicos.

El historiador Félix González de León llamó a Juan de Astorga -en unión de su hijo Gabriel, y con evidente hipérbole en este caso- el "nuevo Roldán" de la escultura sevillana.  Gabriel continuaría con la labor de su padre, y realizó buena parte de los encargos de la segunda mitad del XIX, destacando la famosa Virgen de la Soledad de San Buenaventura. También trabajó como "restaurador" bajo los criterios devocionales de su época.

La imagen de la Virgen de las Angustias, de Marchena (Sevilla), titular de la Archicofradía y Real Hermandad del Santísimo Cristo de San Pedro, María Santísima de las Angustias, Nuestra Señora del Santísimo Rosario y San Juan Evangelista, es una magnífica obra de Gabriel que responde a su tipo de virgen dolorosa de candelero para vestir: tallada en madera, con brazos articulados, ojos de cristal y pestañas superiores de pelo natural en la mascarilla, y policromía aplicada mediante la técnica tradicional al óleo.

La imagen del titular San Juan, que acompaña desde 1985 a la dolorosa bajo palio en la procesión, se atribuye también a Gabriel de Astorga, formando ambas figuras una "sacra conversación" que, de ser cierta dicha atribución, constituiría uno de los mejores ejemplos de la producción escultórica de tipo penitencial del artista.

Curiosamente, en este caso, parece que en origen pudo ser una talla de cuerpo completo, al igual que la Virgen de la Soledad que está en La Palma del Condado (Huelva) -obra que reclama una restauración para recuperar los valores plásticos de Gabriel de Astorga, ocultos tras la desafortunada remodelación de 1952-, luego mutilada para adaptarla a imagen de candelero y poderla vestir al modo de las dolorosas. De hecho, hasta la reciente restauración de Gutiérrez Carrasquilla, la obra de Marchena no presentaba el tradicional candelero de listones y base ovalada, sino cinco palos distribuidos aleatoriamente y fijados con clavos a las caderas, así como base cuadrangular con las esquinas achaflanadas.

La Virgen de las Angustias está formada por unos ocho o diez bloques de madera ensamblados al hilo, con un hueco interior. Su encarnadura, cuarteada por la antigüedad adquirida, es la típica del autor: de tipo oleosa, en tonos rosáceos con acabado pulido, siendo parte del cuerpo en gris azulado. Los cabellos son de tonos oscuros.

La citada restauración de Enrique Gutiérrez Carrasquilla (2015) comprendió fijación, limpieza, eliminación de repintes y añadidos, reintegración, nuevas pestañas, protección final, consolidación de la madera, sellado de agujeros, nuevos brazos articulados, nuevo sistema de sujeción de la corona en acero inoxidable, adición de elementos de cuero para evitar los daños producidos por los alfileres al vestirla y reemplazo del candelero primitivo por uno nuevo en madera de cedro, con sistema de anclaje al cuerpo de la Virgen en acero inoxidable.