Fue el historiador Roda Peña quien, hace diez años, atribuyó con fundamento la Virgen de los Dolores, del municipio sevillano de Umbrete, a Gabriel de Astorga, poniéndola en relación con otras piezas documentadas del artista, como la ya analizada Virgen de las Angustias de Marchena (1867) o la Santa María Magdalena de la Hermandad del Nazareno de Peñaflor (1861), detallando algunos rasgos comunes como la configuración ancha y redondeada del rostro, los ojos grandes, el dibujo de las cejas o la concepción de la boca.

La dolorosa es la titular mariana de la Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de los Dolores. 

En su origen la imagen de Umbrete era de un tamaño algo menor al natural, lo que en ocasiones dio motivo para pensar erróneamente que aparecía arrodillada. Posee la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha y la mirada elevada al cielo. La expresión del rostro, de formas levemente ovaladas y frente despejada, es dulce y serena, presentando cinco lágrimas de cristal, la boca entreabierta dejando ver la hilera superior de los dientes, pómulos poco pronunciados, nariz recta, marcado hoyuelo en la barbilla, ojos grandes de cristal y cejas rectilíneas de fino dibujo.

La cabeza se cubre con cabellera tallada solo en su parte delantera, con muy finas guedejas que dejan ver la mayor parte de los pabellones auditivos. La encarnadura nacarada no es la original, pues esta era de una tonalidad más oscura o tostada, según se ha podido apreciar en la última restauración a la que ha sido sometida.

En esta obra, Amores Martínez aprecia una calidad superior, tanto en la talla como, sobre todo, en la expresividad de la misma, a la generalidad de las piezas documentadas de Gabriel de Astorga, por lo que nos encontraríamos ante una de sus mejores interpretaciones de la Mater Dolorosa, propia de un momento de plena madurez artística.

Dicho historiador considera también que podría tratarse de una nueva creación relacionada con la fundación en Umbrete de una hermandad servita en 1870, o bien del resultado de la remodelación de una imagen preexistente, quizás de la dolorosa que llegó a la parroquial umbreteña en 1818; no descartando que la misma fuese obra del padre del escultor, Juan de Astorga, tanto por la coincidencia de fechas, como por ciertos rasgos que remiten a creaciones de artistas anteriores, caso de la manera de tallar el cabello, más propia de Juan que de Gabriel.

Entre 1969 y 1972 fue sometida a una importante reforma, durante la cual le fueron retiradas las manos primitivas entrelazadas, sustituyéndolas por otras separadas de tipo oferente y dedos carnosos, que su autor -según una tradición no confirmada, el artista umbreteño Antonio Illanes- no llegó siquiera a policromar en su totalidad. Las manos originales, cuya recuperación sería muy necesaria, se conservan hoy en el museo parroquial, y destacan por presentar los dedos largos y finos en posición algo abigarrada, lo que antiguamente acentuaba la expresión serena de la Virgen.