Los historiadores González Gómez y Carrasco Terriza hablan del retallado efectuado por Gabriel de Astorga, entre los años 1869 y 1870, en esta dolorosa de la localidad onubense de Trigueros, titular de la Hermandad de la Soledad y Santo Entierro de Cristo, con sede en la Iglesia del Carmen.

Pese a tratarse de una intervención importante, no podemos hablar de un alcance como el de la remodelación realizada, en las mismas fechas, a la imagen de San Juan Evangelista que se venera en la iglesia del antiguo Hospital de la Misericordia del referido municipio; una pieza original del siglo XVII, pero cuya autoría corresponde plenamente desde entonces a Gabriel de Astorga, pues el modelado de la cabeza del santo -las manos, además de muy toscas, se apartan bastante de su estilo- coincide plenamente con los grafismos personales del escultor e imaginero sevillano.

Volviendo a la Virgen de la Soledad, imagen fechable a principios del siglo XVII, conserva el arcaísmo propio de la época, visible en su frontalidad, la ancha y alargada nariz, la boca semicerrada, con el interior apenas profundizado, y el cuello robusto y sin anatomizar. Los trabajos de Gabriel de Astorga debieron centrarse en la policromía -aplicando veladuras en pómulos y párpados para simular el enrojecimiento provocado por el llanto-, el trazado de unas nuevas cejas y el retoque de los ojos, el cual pudo consistir en el reemplazo de los primitivos de talla por otros de pasta vítrea.

Todo lo anterior fue dirigido a restar hieratismo a la Virgen y humanizar su dolor de cara a los fieles, siguiendo el gusto imperante en el periodo. Sin embargo, según la restauradora onubense Rocío Calvo Lázaro, que acaba de intervenir la imagen, la remodelación de Gabriel Astorga, que dataría de finales del siglo XIX, tuvo como propósito convertir en dolorosa una talla letífica realizada en el seiscientos por un escultor anónimo de escuela sevillana. Antes de dicha restauración, fue restaurada en 1994 fue restaurada por Juan Manuel Miñarro.

La Virgen de la Soledad es una obra tallada en madera y policromada, de candelero para vestir, con los brazos articulados. En la restauración de Calvo Lázaro, la tela de lienzo que recubre el candelero fue limpiada, y la pasamanería repuesta en las zonas que estaban gastadas.

Calvo Lázaro ha acometido también los siguientes trabajos: asentó y consolidó la policromía a la capa de preparación; realizó una limpieza mediante métodos mecánicos y químicos; estucó los pequeños arañazos del torso, pecherín, cabeza y manos; reintegración pictórica al agua tras el enrasado del estuco; barnizado; entonación de los colores mediante el uso de los pigmentos restauro; aplicación de dos capas de esmalte sintético en torso y brazos, una vez estucado y enrasados los arañazos producidos por los alfileres; retirada de las lágrimas para eliminar restos de cola y reposición de las mismas con un adhesivo especial para el cristal; finalmente, se repusieron las lagunas de las pestañas.