Hoy en las colecciones de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), procede del desaparecido convento de monjas bernardas del barrio de Vallecas, luego trasladado a la esquina de la calle Alcalá con la calle Virgen de los Peligros. Una de las hijas de Mena profeso en este cenobio, coincidiendo con la estancia del escultor en Madrid.

El busto en madera policromada mide 68 x 65 x 54 cm. Los sugerentes ojos de vidrio se encuentran policromados en el interior. Los motivos de la túnica rojiza no son estofados, sino que se trata de una decoración ejecutada con polvo de oro sobre la pintura roja de base. Una reciente restauración la recuperado la policromía original del autor y eliminado los dos repintes que ocultaban el cromatismo original.

Además de crear en el campo de la imaginería el verdadero prototipo del busto devocional de la Dolorosa, Pedro de Mena fue uno de los autores barrocos que mejor desplegaron la "sagrada elocuencia", término que viene a designar las condiciones necesarias para que se plantee una conversación íntima entre la imagen y el fiel, buscando la llamada directa a los sentidos a partir de la retórica de la persuasión, sin olvidar el inestimable apoyo que sermones como los de Fray Luis de Granada prestaban a la imaginación de los artistas.

Lo anterior explica la insistencia en el llanto, en el dolor o en la piedad emocionada en la que se especializó la imagen de devoción, caso de la Dolorosa que nos ocupa, de ahí que los ademanes, gesto y mirada transmitidos por Mena, de fuerte contenido teatral, no hagan más que traducir una fórmula piadosa que quedó convertida en reclamo visual.