Pedro de Mena quizás no sea el escultor más alabado socialmente, pero actualmente en el mercado del arte es el más cotizado del barroco español, así como uno de los más cotizados a nivel general, codeándose con personalidades de la talla de Miguel Ángel, Donatello o Bernini.

Ya en su época se afirmaba de Mena que en toda España no existía "artífice de escultura de mayor primor", autor de unas obras cuyos "precios superaban con creces a los de sus coetáneos". El carácter intimista y espiritual de sus tallas lo distingue como uno de los seguidores más fieles del estilo contrarreformista, vigente durante todo el siglo XVII.

De Mena gusta su sensacional realismo irreal, sus preciosistas acabados, sus policromías vistosas y exquisitas, pero sobre todo, ese misticismo trascendental que conecta a los pobres mortales, condenados a morir, con la divinidad.

Entre 2013 y 2014 adquirieron piezas de Mena el Museo de San Diego, el Metropolitan Museum (MET) de Nueva York y el Museo Fitzwilliam de Cambridge. Tanto el San Diego de Alcalá del Museo San Diego, como la pareja de bustos del Ecce Homo y la Dolorosa del MET, fueron adquiridas a la galería de arte Coll & Cortés. El Fitzwilliam no dio a conocer el propietario del busto de Dolorosa o la galería de adquisición. De las compras del MET y del Fitzwilliam tampoco trascendió el precio de las mismas.

La Dolorosa del MET puede considerarse la mejor de Mena de las que actualmente se conservan fuera de España. Representa a la perfección el deseo del artista de que sus figuras parecieran físicamente presentes ante el espectador, así como la dignidad y el intimismo que las convertían en obras ideales para la contemplación.

Fechada entre los años 1674 y 1685, la obra que nos ocupa, de 63 cm de alto, equilibra perfectamente la exigencia de la idealización de la figura de María, que aquí muestra una belleza especialmente sugestiva, con las emociones, la angustia y la tensión física y emocional relacionadas con el dolor de una madre.