MAYO MARIANO
LA DIVINA PASTORA

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

   

 

Fue el monje capuchino Fray Isidoro de Sevilla quien dio a conocer esta advocación tras sufrir una visión en la que la Virgen se le aparecía bajo la iconografía de la Divina Pastora, el 8 de septiembre de 1703. Ese mismo año, Fray Isidoro creó en la sevillana Parroquia de San Gil, trasladándose posteriormente a Santa Marina, una cofradía dedicada al culto de la Divina Pastora. Tras la muerte del capuchino, en el año 1750, su compañero Diego José de Cádiz continuó con la labor propagadora de la devoción.

El onubense Alonso Miguel de Tovar en la pintura y el sevillano Francisco Antonio Ruiz Gijón en la escultura, fueron los encargados de establecer el modelo mariano de la Pastora en las artes plásticas.

La efigie jerezana, obra del siglo XVIII, sigue la iconografía tradicional que muestra a María sentada, vestida con atuendo pastoril y rodeada de ovejas, que simbolizan a las almas cristianas, a las que entrega una serie de flores, que son los favores que otorga. Labrada en talla completa, muestra notables semejanzas con la Pastora de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y fue muy retocada en época moderna por el imaginero Sebastián Santos Rojas, quién renovó su policromía.

El fervor a la Divina Pastora en nuestro país se halla tan arraigado que otras devociones marianas han llegado a adoptar sus atributos, caso de la Virgen de la Esperanza en Hinojos (Huelva), la Virgen de la Soledad en Castilleja de la Cuesta (Sevilla) o la Virgen de los Remedios de Aljaraque (Huelva).

 

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