Patrona de Madrid, a cuya devoción se halla consagrada la Catedral de la capital de España. La imagen representa a una Virgen melancólica y juvenil sosteniendo con ambas manos al Niño desnudo, que en complicado escorzo dirige su mirada hacia el espectador. Pieza original del siglo XVI, mide 158 cm de altura y se halla labrada en madera de pino policromada y estofada.

A lo largo de su historia, esta talla ha sufrido numerosas intervenciones que han alterado sustancialmente su impronta primitiva. En el año 1854, por ejemplo, manos anónimas modificaron la policromía y estofado primitivos. A finales del siglo XIX, el artista Mallé de la Cerda reparó la policromía de los ropajes y el rostro, este último seguramente dañado por la colocación de un rostrillo de plata mediante clavos.

En el año 1909 fue objeto de una considerable reforma por parte de Enrique Repullés y Vargas, quien rehizo el dorso de la obra, cortado para la colocación de ropajes (pues desde 1638 hasta 1890 era revestida con ricas prendas naturales), y la repolicromó y estofó de nuevo. Según Juan de Vera, la mutilación tuvo lugar en 1652; en dicha actuación también fue separada la imagen del Niño del pecho de la Madre.

En el año 1993 fue intervenida bajo criterios científicos por la restauradora Bárbara Hasbach Lugo, quien limpió la policromía, reensambló piezas, reforzó los ensambles de las manos, eliminó repintes, reintegró las lagunas pictóricas de la talla y aplicó una capa generalizada de protección.

Madre e Hijo se exornan con espléndidas coronas murales, cinceladas en metal precioso y pedrería. Fue coronada canónicamente en el año 1948 y celebra su fiesta el 9 de noviembre.