MAYO MARIANO 2013 - ESCULTURA CATALANA
VIRGEN DEL ROSARIO

Con información de Cristina Rodriguez Samaniego


 

 

El inicio de la segunda mitad del siglo XX representa un momento de reavivación de la escultura catalana después de la Guerra Civil. La estatuaria pública y la obra de carácter religioso -tanto la aplicada a la arquitectura como la imaginería- se retoman en esta época, y propician un nuevo punto de partida para la disciplina en una etapa de crisis profunda y de estancamiento del país. Es también un momento de expansión internacional de los escultores, algunos de ellos, forzados por la triste realidad del exilio.

Más adelante, ya entrado el último tercio de siglo, los planteamientos estéticos de estos escultores los posicionan y diferencian en un contexto en el que, cada vez más, la figuración parece tener menos cabida. La obra de Ricard Sala, Margarita Sans Jordi, Enric Galcerà y Luisa Granero, Josep Busquets, Josep Cañas, Antoni Bellmunt y Fernando Bernad, se enmarca en este contexto. De una calidad y de un sentido constructivo excepcionales, trabajan en la consolidación de una nueva tendencia escultórica, actualizada y honesta, centrada en la figura humana y que lucha para desvincularse de la herencia noucentista.

Enric Galcerà i Martí (Barcelona, 1919-1980) heredó la vocación artística de su padre, Frederic Galcerà, y acabó compartiéndola con su mujer, la también escultora Luisa Granero. La formación de Enric Galcerà se inició en la Escuela Superior de la Llotja de Barcelona y en la Escuela Massana. Llegó a ser Catedrático de Anatomía en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona. A lo largo de su trayectoria, fue galardonado con varias medallas, como por ejemplo la otorgada por la Academia de Bellas Artes de Barcelona, la Medalla de Plata de la Bienal de Zaragoza o la Tercera Medalla de la Exposición Nacional de Madrid.

Luisa Granero Sierra (Barcelona, 1924-2012) se formó también en la Llotja, donde fue discípula de Jaume Otero y Enric Monjo, con los que colaboró en varios proyectos. En 1964 recibió el cargo de catedrática de la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, centro que daría lugar a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona. También fue nombrada académica de la Real Academia de San Fernando de Madrid, de la Real Academia de Santa Isabel de Hungría de Sevilla y de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi.

La obra de Luisa Granero se centra en la figura femenina y en el estudio de la volumetría, caracteres que observamos -aunque bastante velados en el primer caso, dadas las encorsetadas convicciones de este tipo de obras religiosas- en la imagen de la Virgen del Rosario (1967), labrada en mármol blanco para una hornacina exterior del barcelonés Palau de la Virreina. En ella también intuimos la herencia del maestro Enric Monjo, de quien la escultora admiraba la fuerza y la energía decorativa que insuflaba a sus creaciones

Una de las convicciones más profundas de Luisa Granero fue la necesidad de que, en la concepción estructural de las esculturas, se operara un equilibrio entre el peso del oficio y la imaginación personal. La artista se erigió en una gran defensora de la simplicidad y del esfuerzo en el trabajo; además de abogar fuertemente por el aprendizaje tradicional de las formas naturales, el dominio de las cuales consideraba requisito indispensable para cualquier escultor, incluso los que practicaran la escultura más abstracta.

 

Fotografías de Enric Fontvila

 

FUENTES: A.A.V.V. (dirección de José Manuel Infiesta) Un Segle de Escultura Catalana, Barcelona, 2013, p. 276-278.

 

Anterior Entrega en este

Escrito Relacionado en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com