MARTÍNEZ MONTAÑÉS Y LA ESCUELA SEVILLANA DE ESCULTURA
OBRAS EN LIMA
Fotografías de Jesús Andrés Aponte Pareja (31/12/2019)
Cristo del Auxilio Esta obra fue el gran referente en el inicio y el desarrollo naturalista de la escultura barroca sevillana. El Cristo del Auxilio fue una pieza muy importante, cuyo impacto en los círculos sevillanos debió ser determinante. La belleza esencial y el naturalismo anatómico supeditado a ella, conceptos con los que Martínez Montañés remitió a la idea neoplatónica de Dios humanizado, lo situaron en la vanguardia de su tiempo. La escultura sevillana previa no muestra nada parecido ni que pudiese considerarse como antecedente para una evolución estilística lógica. Tampoco la granadina. Puede afirmarse, de modo objetivo, que supuso todo un punto de inflexión en la escultura española moderna y, por supuesto, en la sevillana, que adquirió el apelativo de montañesina en honor a ello. Ya hay envíos del alcalaíno a Latinoamérica desde 1590, pero la primera obra conservada y parcialmente documentada es el Crucificado del Auxilio hacia 1603, que se mencionó en el contrato con el canónigo Mateo Vázquez de Leca para hacer el suyo de la Clemencia donde dice: "porque tengo gran deseo de acabar y hacer una pieza semejante a esta para que quede en España y no se lleve a Indias". |
Santa Apolonia Consta documentalmente que fue adquirida en el taller de Montañés en 1625 por el capitán Fernando de Santa Cruz y Padilla para su capilla familiar en la Catedral de Lima. Hernández Díaz recoge que la figura fue entregada en blanco, siendo policromada ya en la ciudad de Lima. Presenta un singular ropaje con quiebro y diagonal del manto poco utilizados por el maestro. Según el referido historiador recuerda a la efigie de Santa María Salomé que figura en el retablo de San Juan Evangelista del convento sevillano de San Leandro. Según Bernales Ballesteros en época indocumentada se oscureció la madera con un barniz de color caoba. Fue restaurada hace unos años para eliminar dicho barniz y devolverle su esplendor original. |
San Juan Evangelista En el año 1618 Martínez Montañés declara haber hecho esta imagen de San Juan Evangelista para la monja Ana Pinelo con destino al monasterio limeño de la Concepción, actualmente en la catedral. Al igual que la talla anterior de Santa Apolonia estuvo durante mucho tiempo repintada, con colores estridentes en este caso. Una reciente restauración le ha devuelto su apariencia original. |
Visitación de María a Isabel Espléndido grupo escultórico de hacia 1621-1622 atribuido a Martínez Montañés. El experto Hernández Díaz, acerca de la imagen mariana, consideraba que era hermosa y de indudable entronque montañesino, relacionable con las esculturas del retablo del convento hispalense de San Leandro y por tanto situada en el taller. Ambas figuras muestran gran expresividad realista, hermosa apostura y una representación cercana a las fórmulas empleadas por Montañés, como lo han advertido otros historiadores como Schenone y los Mesa-Gisbert. |
San Francisco Javier Consta que en 1648 llegó esta imagen a la ciudad de Lima en unión de otra de San Francisco de Borja que recogemos a continuación. Podrían ser por tanto las últimas piezas documentadas del maestro, quien falleció al año siguiente. Son obras montañesinas aunque de taller. Ambas se conservan en la Iglesia de San Pedro. |
San Francisco de Borja El santo aparece vestido con sotana y manto, sosteniendo los atributos que le son propios: la calavera, símbolo de renuncia a los placeres mundanos, y la custodia en alusión a su defensa de la Eucaristía. Es obra del taller montañesino, que debió llevarlo a cabo cuando el maestro Montañés estaba enfermo y anciano. |
Retablo de San Juan Bautista La documentación recogida por Bernales Ballesteros habla de un retablo del Bautista para el monasterio de Nuestra Señora de la Limpia Concepción de Lima, concertado en 1602 con Ana Pinelo y Petronila Bernarda de la Vega, religiosas concepcionistas del cenobio. En el centro del retablo fue colocado otro de los espléndidos crucificados del maestro, pero esta vez de tres clavos, con el que completó la excepcional trilogía (Auxilio, Clemencia y el que nos ocupa) anunciada como punto de partida de las representaciones barrocas de artistas como Juan Gómez, Francisco de Ocampo, Juan de Mesa, Felipe de Ribas, etcétera. El retablo limeño del Bautista tiene una serie de relieves con episodios de la vida del santo, en los que Montañés concibió composiciones sobrias, con pocas figuras relacionadas con clarividencia y nuevas e inéditas relaciones espaciales. Las mismas con las que después aportó una segunda versión en el retablo de San Juan Bautista del convento del Socorro, ahora en el templo sevillano de la Anunciación. El naturalismo se manifestó con una crudeza nunca vista hasta ese momento en el arte sevillano, de modo especial e intenso en las escenas del santo encarcelado. A mediados del siglo XX el retablo fue trasladado a la Catedral de Lima. |
Escultura de San Francisco Javier en la fachada de San Pedro. Copia de la que se conserva en su interior |
NOTAS Nuestro agradecimiento a Jesús Andrés Aponte Pareja, Alberto Pérez Rojas, Parroquia de San Miguel (Jerez de la Frontera), Convento del Buen Suceso (Sevilla) y Pedro Castellanos. HERNÁNDEZ DÍAZ, José. Juan Martínez Montañés: el Lisipo andaluz (1568-1649), Ediciones de la Excma. Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla, 1976, pp. 201, 250 y 260. LUQUE TERUEL, Andrés. "La importancia (creativa) de Juan Martínez Montañés", artículo publicado en Estudios de escultura en Europa, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert y Diputación Provincial de Alicante, Alicante, 2017, pp. 414-415 y 422-423. GALLARDO MONTESINOS, Rafael. El círculo escultórico de Montañés en el Virreinato del Perú, Universidad de Sevilla, 2016-2017, pp. 5-6. AA.VV. (coord. de PAREJA LÓPEZ, Enrique). Juan Martínez Montañés, serie "Grandes maestros andaluces", Sevilla, Editorial Tartessos, 2012, p. 224. AA.VV. "Escultura en el Perú", colección Arte y Tesoros del Perú, Lima, Banco de Crédito del Perú, 1991, p. 79. BERNALES BALLESTEROS, Jorge. Lima, la ciudad y sus monumentos, Sevilla, Ediciones de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1972, pp. 87-88. |
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