EDVARD MUNCH. 150 ANIVERSARIO
MADONNA


 

 

La importancia de las amplias curvas como portadoras de expresión en El Grito de Munch, es todavía mayor en su litografía Madonna, ejecutada en 1895 según una pintura de 1894. El largo pelo ondulante y el movimiento sinuoso de la figura, las líneas oscilantes del fondo y, sobre todo, el extraño marco con el embrión y los flotantes espermatozoides, hacen de esta obra uno de los ejemplos más notables de la pintura Art Nouveau, de aspecto original y cautivante, independiente de la tradición, pero cuestionable en cuanto a su equilibrio moral y su valor vital. Conviene señalar que el pintor noruego pronto desechó los manierismos del Art Nouveau, reteniendo solo las cualidades genuinamente decorativas, beneficiosas para el desarrollo de su estilo.

La Madonna de Munch ilustra explícitamente el momento en el que la mujer experimenta un clímax sexual, y su compañero, a través de cuyos ojos la observamos, es testigo del "momento sagrado" de la fecundación, cuando ella se convierte en la Madre del Universo. Las versiones de este hermoso trabajo artístico de lo sobrenatural (la Madonna en pintura aparece representada con la piel de tonos verduzcos y halo brillante) no solo recogen la pintura y la litografía coloreada a mano, sino también el grabado con punta seca.

Edvard Munch rodea a la mujer María, Eva, y procreadora, de un aura roja de sangre que la relaciona más con la vertiente maléfica de la mujer perversa, tan recurrente en el Simbolismo, que con la iconografía mariana de la que, con claridad, pretende ser reverso. La presencia del feto y los espermatozoides en el margen pintado de la segunda versión es un referente biológico a la maternidad, sin ninguna concesión sentimental.

La Madonna aparece desnuda, con los ojos cerrados y el negro cabello sobre los hombros. A diferencia de la litografía (imagen superior), en la que el autor apenas detalla el busto, cerniéndose la figura como un fantasma en el centro de la escena, la versión más temprana al óleo (imagen inferior) no es espectral sino sensual: los pechos se muestran con más detalle, y las carnes, lejos de la misteriosa palidez que resalta sobre el negro fondo, ofrecen unos tonos muchos más naturales. El feto y el esperma se omiten en el óleo, por lo que, lejos del embarazo al que alude la litografía (que parece invitar al espectador a contemplar los aspectos más oscuros del parto), la impresión general del lienzo es de una tentadora seducción de carácter exclusivamente sexual.

 

 

FUENTES: PEVSNER, Nikolaus. Pioneers of Modern Design: From William Morris to Walter Gropius, Londres, 1936, pp. 90-91; BADE, Patrick. Edvard Munch, Londres, 2006, p. 26; BARROSO VILLAR, Julia. "La Temática Religiosa en las Vanguardias Artísticas", en Homenaje a Juan Uría Ríu, Oviedo, 1997, pp. 722-723.

 

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