Las pinturas de género del pintor sevillano, dedicadas a inmortalizar personajes contemporáneos sumidos en tareas y actitudes cotidianas, poseen a menudo un melancólico encanto. Dos mujeres en una ventana, un óleo sobre lienzo de 125,1 x 104,5 cm, es un llamativo ejemplo de lo anterior. Las figuras, convincentemente retratadas a tamaño natural, se enmarcan dentro de una ventana pintada de forma ilusoria, tomando como referente Murillo las pinturas holandesas que estaban destinadas a engañar el ojo del espectador.

Una mujer de pie intenta esconder su sonrisa con un chal mientras mira tras un postigo semiabierto, mientras otra mujer más joven se apoya en el alféizar de la ventana, contemplando divertida al espectador. La diferencia de edad podría indicar una chaperona y la muchacha que está a su cargo, un dúo habitual en los hogares españoles de clase alta. Cubrir la sonrisa o la risa era considerado buena etiqueta entre la aristocracia.

La pintura sufrió labores de limpieza, resanado y barnizado entre los años 1979 y 1982.  La repisa de la ventana fue pintada en una pieza de tela separada, de 9 cm de altura, con una fabricación diferente del resto de la obra. La eliminación de un repinte en la pieza añadida reveló una capa de pintura no relacionada con la técnica del resto del cuadro. Una línea de pérdida, con una delgada pieza de tejido insertada en la mitad derecha, sugiere que los 8 cm superiores de la pintura fueron plegados una vez.

En el fondo, esta obra de la National Gallery de Washington es un tipo de cuadro hermano del que se conserva en el Kimbell Art Museum de Fort Worth, ya analizado en una anterior entrega. Ambos descubren la capacidad de Murillo para dotar de nueva vida temas conocidos, en este caso el formal de una ventana y el de la seducción femenina, aunque no parece que se trate de dos cortesanas como así ha sido varias veces identificado.