LA ICONOGRAFÍA DE LA NAVIDAD EN EL MUNDO DEL ARTE - ANEXOS (Y VI)
LA VIRGEN DE LA LECHE
Con información de Sergio Cabaco y Jesús Abades
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Círculo de Gil de Siloé Hacia 1500 Madera policromada Instituto de Arte de Minneapolis |
El tema iconográfico de Nuestra Señora de la Leche parece surgir desde el siglo II en las catacumbas de Priscila, en Roma. Ahí se encuentra una imagen difícil de interpretar por su mal estado de conservación, por lo que afirmar de manera contundente que la imagen representa a una Virgen lactante tiene su riesgo, aunque la mayoría de los críticos de arte lo aceptan como tal. Su imagen se hizo frecuente a finales del siglo XIII en el norte de Europa y en Italia. Para el siglo XIV, el culto de Maria Lactans estaba muy extendido. Ya fuese en lienzos, esculturas o miniaturas, la Virgen de la Leche mantuvo cierta popularidad en los países europeos, y llegó a influir de manera especial a España, donde su culto pervive hasta nuestros días. La representación de la Virgen amamantando al niño expresa no sólo su autoridad para intervenir y proteger, sino también su inclinación a hacerlo, dado que el acto de amamantar significaba las cualidades morales, tales como la benevolencia y la piedad. Tenía este significado en la representación de la virtud de la caridad como una figura femenina con el niño en su pecho. En la Edad Media la Virgen estaba considerada como la madre y la que alimenta no sólo a Cristo, sino a toda la humanidad. La devoción a la Virgen de la Leche fue estimulada por distintos escritos y por las reliquias que tenían varias iglesias. No fue extraña la existencia de tal materia divina, pues la virgen emuló en más de una ocasión la vida de Cristo. Este tipo de analogías posiblemente nació en Siria a principios del siglo V, donde la Virgen María se concibió por analogías con la vida de Cristo. Esta emulación llegaría, como ya se mencionó, a las reliquias; por ejemplo, en iglesias de Francia como la Abadía de Evron en Maine, se jactarían de poseer gotas de "leche de Nuestra Señora" que formaban pareja con la "santísima sangre" de Cristo. Desde finales del siglo XIII, los artistas abordaron una nueva forma de expresión, era la manifestación de los sentimientos patentizados en lienzos y esculturas. Aquella frialdad que caracterizaba la expresión artística anterior al siglo XIII desapareció en gran número de obras, los personajes bíblicos adquirieron matices humanos y la ternura pasó de un estado latente a una expresión evidente. Ejemplo de lo anterior es la pequeña escultura medieval de la Virgen amamantando a su hijo, obra del círculo de Gil de Siloé, inesperadamente naturalista para su época. Como hemos apuntado anteriormente, la leche de María era considerada sangre refinada del vientre de la madre, y las imágenes de la Virgen amamantando a Cristo niño tenían una significación teológica ya que se pensaba que la leche de la Virgen María, como la sangre de Jesús en la cruz, tenía propiedades redentoras. De pequeño formato (79,38 x 58,42 x 41,91 cm), esta talla se conserva en el Instituto de Arte de Minneapolis. Muestra a María ofreciendo el seno izquierdo al Niño, que, desnudo, succiona con fruición el pezón mientras sujeta el brazo de la madre. Gil de Siloé, quien ya hiciera un excepcional ejemplar de la Virgen de la Leche para el sepulcro en alabastro de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal (que en poco tiene que ver con el que nos ocupa, más tosco y envarado), fue el escultor por excelencia del gótico isabelino. Muchas religiones del mundo (desde las antiguas tradiciones mediterráneas hasta la judeocristiana, pasando por los ritos grecorromanos) dotan a los fluidos de poderes transformadores; de hecho, un líquido puede convertirse en otro, como el agua en vino, el vino en sangre o la sangre en leche. Pero los fluidos también pueden transformar fundamentalmente al creyente: nutrir, limpiar, bendecir, refrescar, exorcizar o redimir. Las metáforas del fluir, de la fluidez, a veces se usan incluso para describir la experiencia misma de lo sagrado. Iconográficamente, este tema mariano tiene su origen en la mitología egipcia; concretamente, en los simulacros que representan a Isis, la diosa madre, amamantando a Horus, el dios con cabeza de halcón. Aunque tiene su base canónica recogida en el evangelio de San Lucas, dentro del ciclo navideño se encaja, gracias a los textos apócrifos, en uno de los descansos de la Huida a Egipto que suele contextualizarse en la llamada gruta de Belén, de ahí que la Virgen también adopte el nombre de Virgen del Reposo y Virgen de Belén. |
FUENTES: BARBA AHUATZIN, Beatriz y Alicia BLANCO PADILLA. Iconografía mexicana VII: atributos de las deidades femeninas: Homenaje a la maestra Noemí Castillo Tejero, Ediciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), México D.F., 2007, pp. 187-188. |
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