MARIA LACTANS (II)
ANDREA PISANO
Sergio Cabaco y Jesús Abades
En palabras de Trens, este título mariano responde a la representación de la Virgen que pone más de relieve su Maternidad Divina. La representación más habitual de la Virgo Lactans suele mostrar a María con uno de sus senos al descubierto en el momento de la lactancia, plasmando de modo concreto el periodo de lactancia del Niño que coincidiría parcialmente con su estancia en la pequeña ciudad de Belén. En el caso que nos ocupa, la Virgen amamanta al Niño, que lejos de observar al espectador como en otras obras, se vuelve hacia María y deja caer sus manos sobre el pecho materno, presionándolo y separando los labios para llevarse todo el pezón a la boca, en un gesto muy propio de los lactantes. Se establece así una relación de complicidad de Jesús con su Madre, adoptando una sonrisa parecida a la de ella, lo que confiere a la imagen placidez, ternura y paz, y al mismo tiempo representa la idea de amor materno y filial. Esta escultura de medio cuerpo en mármol blanco de Carrara (91 x 62 x 23 cm) es una de las primeras esculturas sobre el tema en Italia, donde ya era popular en la pintura en el momento de su ejecución (primera mitad del siglo XIV), llegando después al ámbito escultórico. Se conserva en el Museo San Matteo de Pisa. María lleva el típico vestido con abertura de las madres de la época, usado para permitir que los bebés amamantasen. A pesar de existir amas de cría, médicos y predicadores alentaban la lactancia materna, bien por considerar que el carácter se impartía a través de la leche, bien por estimar que era la mejor manera de criar bebés sanos en un tiempo en que la población era devastada por las plagas. Este trabajo se ha atribuido a Andrea Pisano (cuyo nombre real era Andrea da Pontedera por su localidad de nacimiento) y a su hijo Nino Pisano. Lo más probable es que sea fruto de una colaboración entre ambos artistas, y que Andrea lo proyectase y Nino lo ejecutase. Las huellas del dorado y de la pintura originales aún son visibles, pero deben haber sido más vívidas originalmente, ya que, por ejemplo, las pupilas no están talladas, por lo que deben haber sido pintadas en origen. El estilo de Andrea Pisano (Pontedera, Pisa, 1290 - Orvieto, 1345), que revolucionó el estilo de la escultura pisana del Trecento gracias a las obras que realizó para la ciudad, una vez retornó de su experiencia florentina, es visible en el extremo refinamiento de la figura, los valores plásticos de su modelado, la rica expresividad de los dos personajes y la naturalidad de sus actitudes, retratadas en un momento de su intimidad. Como bien ha apreciado Santo Tomás Pérez, la imagen tiene bastantes similitudes, no solo en el tema, sino en la técnica utilizada para colocar los brazos y drapear el manto, con la pintura de Ambroggio Lorenzetti (imagen inferior), un miembro de la escuela de Siena que vivió en las primeras décadas del XIV y que al parecer murió de peste en 1348. Un artista que se convirtió en modelo a imitar y en quién quizás se inspiró Pisano para su obra. |
FUENTES SANTO TOMÁS PÉREZ, Magdalena. "Las imágenes como fuente para el estudio de la Historia", en Protagonistas del pasado. Las mujeres desde la Prehistoria hasta el siglo XX, Castilla Ediciones, Valladolid, 2009, pp. 125-127. DÍAZ VAQUERO, María Dolores. La Virgen en la escultura cordobesa del barroco, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1987, p. 74. |
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