MARIA LACTANS (IV)
LUIS DE MORALES

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 

Con la moral impuesta por la Reforma Católica, varias iconografías fueron desterradas de los templos por considerarse inconvenientes. El ataque concreto iba dirigido a las Magdalenas, cuyas ropas más se asemejaban a las de las meretrices, y a las Vírgenes de la Leche, caracterizadas por mostrar los senos de la Virgen, de forma demasiado generosas en la mentalidad de algunos pintores según Trento.

Las imágenes de la Virgen de la Leche, antes habituales y muy veneradas en su pureza, fuera de cualquier sospecha, empezaron a cuestionarse por falta de decoro. En los países donde triunfó la Reforma fueron especialmente atacadas por ser demasiado mundanas o exuberantes, e incluso se las criticaba con cierto sarcasmo. Los católicos también empezaron a juzgarlas inconvenientes, no tanto por su ostentación frívola o terrenal sino, sobre todo, debido a su insinuación erótica y al hecho de ser indecentes y deshonestas.

Muchas telas de la Virgo Lactans fueron entonces destruidas o escondidas, y se optaba por disimular la desnudez corporal mediante la pintura de velos y tules sobrepuestos. Es el caso de la obra que nos ocupa, conservada en el Museo del Prado. Se trata de una de las numerosas versiones que hizo sobre el tema el pintor extremeño Luis de Morales (Badajoz, 1509 - Alcántara, Cáceres, 1586), quien diseñó una composición en la que se evita la representación del pecho desnudo de María, o la lactancia explícita del pequeño.

María sostiene con ambas manos al Niño, que busca el consuelo materno: con una mano levanta el velo y con la otra palpa el seno pudorosamente tapado. Esta versión del Prado, procedente de la colección real, presenta un cuidado dibujo con detalles muy sutiles en la descripción de todos sus elementos. La sabanita del Niño tiene un dibujo complejo y un característico sombreado en tonos azules, muy bellos en su trazado. El color de la túnica es de un tono amarillo anaranjado, más pálido que el del resto de las versiones conocidas.

Estas representaciones no sólo se censuraron en el campo de la pintura, también en el de la escultura; de hecho, es en las llamadas imágenes procesionales donde con mayor insistencia se recomendó acabar con aquellos aspectos que rozaban excesivamente el límite de lo mundano.

Dentro de la escultura tenemos el caso del espectacular medallón en altorrelieve de la Virgen de la Leche, tallado entre 1738 y 1747 por Francisco Salzillo para el oratorio particular del canónigo Marín y Lamas, quien dispuso que, al morir, el medallón junto con el oratorio y bienes de su propiedad pasaran a la iglesia del Hospital de Santa María de Gracia y después a la Catedral de Murcia, en cuya capilla de las Lágrimas fue enterrado. Por nefastas razones de decoro, el pezón se mutiló y todo el pecho fue repintado con el mismo tono rojo del vestido. Una reciente restauración ha permitido recuperar parcialmente el seno original.

 

 

FUENTES

MARTÍNEZ-BURGOS GARCÍA, Palma. "El decoro. La invención de un concepto y su proyección artística", en Espacio, tiempo y forma. Revista de la Facultad de Geografía e Historia, nº 2, 1988, UNED, pp. 92 y 96.

SIBILIA, Paula. "La "pornificación" de la mirada: Una genealogía del pecho desnudo", en Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas, vol. 10, nº 1, enero-junio de 2015, Bogotá, p. 51.

PARDO CANALÍS, Enrique. Francisco Salzillo, CSIC, Madrid, 1983, p. 50.

Con información del Museo Nacional del Prado de Madrid.

 

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