CIRCUMCISIO (III)
MAESTRO DEL CLAVEL DE BADEN

17/12/2019


 

 

En numerosas ocasiones los artistas reproducen el capítulo de la circuncisión o "berit milá" con la Virgen María cargando al Niño Jesús en el interior del templo, cosa casi imposible porque no se le hubiera permitido su ingreso al santuario hasta después de cuarenta días del nacimiento.

Ello se debe a que la Torá prescribía que una madre era ritualmente impura durante siete días si daba luz a un niño. Según otra corriente, que también se basa en la Torá, el periodo de purificación debía ser de cuarenta días. El judaísmo tradicional privilegiaba a los varones, ya que en el caso de dar luz a una niña, la mujer, teniendo en cuenta la primera prescripción, quedaba impura el doble de tiempo, durante catorce días, o bien su periodo de purificación debía ser de ochenta días, en función de cada corriente.

 

 

Esta pintura del Museo de Bellas Artes de Angers (Francia) es un ejemplo del error anterior respecto a la presencia de María. En el centro están los cuatro actores principales, formando un triángulo equilátero en alusión a la Trinidad. El sumo sacerdote, sentado, sostiene al Niño Jesús sobre sus rodillas, el "mohel" a la derecha, acaba de realizar la operación, y su asistente, arrodillado frente a él, recoge la sangre de Cristo.

A la izquierda del cuadro vemos un grupo mayormente femenino, formado por la Virgen, tocada con un halo, dos doncellas y un varón que señala el acto de la circuncisión a María, la cual aparece con la mirada baja y los brazos cruzados sobre el talle, reflejando su abnegada resignación frente al ritual. A la derecha, cuatro hombres rodean a San José, que figura con la cabeza descubierta y mirando directamente al espectador.

La puesta en escena es ordenada y eficiente. La composición, los gestos, las expresiones y los colores ayudan a subrayar la gravedad y la importancia de este momento de la vida de Jesucristo. La atribución al Maestro del clavel de Baden -pintor de origen suizo, activo entre finales del siglo XV y principios del XVI- se propuso debido a su parentesco con otras de sus creaciones. La tabla, pintada al óleo (93 x 120 cm), se halla firmada a los pies de San José en forma de clavel entrecruzado con una ramita de lavanda.

La obra presenta dos singularidades: el aspecto imberbe de un José maduro y con la cabeza descubierta como signo de respeto, señalando al igual que otros varones el ritual de la circuncisión, y sobre todo la abundante sangre que mana del mismo -el tono rojo sangre domina sobre otros-, casi hasta el punto de poner en relación la escena con los simulacros de la preciosa sangre de Cristo, que suele ser recogida por ángeles o santos.

 

 

FUENTES

DE LANGE, Nicholas. El judaísmo, Madrid, Akal, 2011, p. 115.

AA.VV. Museo de los museos. Arte universal a través de los tiempos. 50 Años del Palacio De Bellas Artes, Ciudad De México, Instituto Nacional De Bellas Artes, 1984, p. 186.

 

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