El único documento conocido concerniente a la actividad de Zurbarán para el convento cartujo de Nuestra Señora de la Defensión en Jerez de la Frontera es la garantía que él mismo y el pintor Cano otorgaron al escultor flamenco José de Arce con respecto a la construcción y decoración escultórica del altar mayor. La cronología del conjunto se concreta en las fechas 1638 y 1639, inscritas respectivamente en los cuadros La Adoración de los Pastores y La Circuncisión. Tras la secularización del año 1835, siete cuadros fueron adquiridos por Taylor para la llamada "Galerie Espagnole" de Luis Felipe en el Museo del Louvre; entre ellos el que nos ocupa, que figuró en la correspondiente subasta (1853) y aparece en 1866 en propiedad del duque de Montpensier; donado al Museo de Grenoble por el general de Beylié junto con el mencionado La Adoración de los Pastores, La Adoración de los Magos y La Anunciación. El Cristo recién nacido está sostenido por Simeón, que le reconoce como el Mesías prometido. El experto Martín Soria señala en los rostros de los dos ancianos alusiones a José de Ribera, y en la calidad técnico-cromática de los vestidos el recuerdo del arte flamenco.

En el Portal de la Esperanza, situado a la izquierda del Pórtico de la Fachada de la Natividad, se reúnen las situaciones de la infancia de Jesús que mejor encarnan a San José y su virtud, la Esperanza. Contiene una vegetación exuberante, en este caso acuática. En este portal se representan escenas de la Huida a Egipto y de la Muerte de los Santos Inocentes. El maestro Gaudí, para diseñar y componer las esculturas que luego hacía Matamala, llevaba a cabo primero un estudio anatómico recurriendo frecuentemente al vaciado. En el caso de este grupo escultórico, para labrar el ángel -situado a la izquierda-, seguido por María y el Niño -montados sobre la burra- con San José a la derecha, recurrió a modelos humanos; mientras que para el animal sacó un molde de una burra llamada "Margarida" que pertenecía a una anciana dedicada a la venta ambulante, vecina de un peón de Gaudí. Tras la compra de la burra a la mujer, que aprovechó la ocasión para jubilarse, un gitano esquilador la rasuró y se intentó amoldarla en yeso izándola con un arnés, pero como "Margarida" se resistía hubo que llamar a su anterior propietaria, cuyas palabras y caricias la hicieron dócil. Los rostros de la Virgen María y San José fueron luego retocados por el escultor tarraconense Carles Mani i Roig.