Grupo escultórico de Nuestra Señora de las Angustias que se venera en el convento homónimo de agustinas recoletas en Cabra (Córdoba). El historiador Isaac Palomino Ruiz lo ha atribuido al escultor e imaginero Diego de Mora (Granada, 1658-1729), integrante de la conocida saga de escultores granadinos: nieto de Cecilio, hijo de Bernardo y hermano de José, cuyo estilo siguió hasta configurar hacia 1710 una personalidad propia.

Según Palomino el autor toma como modelo, aunque con variantes, el grupo pétreo que preside la fachada de la basílica granadina de las Angustias y que ejecutaron su padre y su hermano José entre los años 1665 y 1666. Entre las variaciones que introduce Diego destaca el novedoso cruce de las piernas de Cristo, lo que permite que los pies queden dispuestos en la misma línea y no uno oculto tras el otro, además de otorgar elegancia y hasta cierto dinamismo a una composición que denota un completo y profundo estudio del natural.

También Palomino afirma que Diego de Mora tuvo que tomar como referente a la principal patrona de Granada, Nuestra Señora de las Angustias, para ejecutar el grupo de Cabra, aunque en este caso el artista opta por hacer interactuar las tallas teniendo como herramienta la colocación de las manos de la Virgen en relación con el cuerpo de su hijo, y su torsión en cabeza y tronco para poder contemplarlo.

Aunque Moreno Hurtado atribuyó el Cristo a José de Mora y la Virgen a José Risueño, Palomino atribuye ambas obras a Diego porque distan de la manera de trabajar e interpretar el tema al que su hermano José acostumbraba. Es el caso del modelado del rostro de Cristo, muy cercano a otras obras suyas como el granadino Jesús del Rescate, con rasgos faciales propios de su estética, desligados de los de su hermano José. Igualmente le atribuye la imagen de la Virgen, basándose en este caso en la similitud que presenta con la Virgen de Belén del monasterio granadino de San Jerónimo, obra documentada de Diego.

También respalda la atribución a Diego de Mora su relación profesional con la comunidad de agustinas recoletas del Corpus Christi de Granada y la cercanía de su casa-taller con el convento albaicinero de Santo Tomás de Villanueva. De ambos cenobios partieron las fundadoras de la casa recoleta de Cabra, por lo que no es de extrañar que encargar la obra a un artista de confianza y solvente en la plástica devocional.

El grupo, catalogado tradicionalmente hacia 1697, fue restaurado entre 2018 y 2019 por Santiago Molina Ruiz, quien eliminó una tosca cabellera de estopa añadida posteriormente en la imagen mariana, lo que permitió descubrir sus orejas y una sutil y delicada talla del pelo sobre la frente. También corrigió las modificaciones burdas sufridas en su postura, para lo cual su brazo derecho sufrió añadidos y su cuerpo, que no es de candelero sino que presenta ropajes sencillos y esbozados, fue alterado para girarlo hacia la izquierda.

Molina Ruiz recuperó también las cejas originales de la Virgen, de excepcional belleza y calidad, manteniéndose el repinte que presenta el resto de las carnaciones por decisión de las monjas y de la junta de gobierno de su cofradía. Asimismo, en ambas figuras reparó grietas y pérdidas de policromía, afirmando de paso que nunca había visto obra con acabados tan precisos y exquisitos, detalles tan cuidados y calidades tan excepcionales.