ANTONIO DE QUIRÓS. 300 AÑOS
VIRGEN DE VILLAVICIOSA

13/11/2021


 

Escultor asignado a la escuela de Pedro Roldán, Antonio de Quirós, más conocido por Antonio Cardoso de Quirós (Sevilla, 1663-1721) ya que firmó sus primeros contratos con los dos apellidos paternos, es un artista de biografía poco conocida y discreta fortuna crítica que suele estar asignado a la escuela roldanesca del maestro, si bien en sus escasas obras conservadas se observa una encomiable voluntad por establecer un sello escultórico propio. Gracias a la magnífica labor de varios historiadores, sobre todo del sevillano José Roda Peña, hoy conocemos muchos más datos sobre su vida y obra.

 

 

Bastante somero es el conocimiento que la historiografía artística nos ha desvelado sobre el escultor Antonio de Quirós, también llamado Antonio Cardoso de Quirós, nacido en Sevilla en 1663. Fueron sus padres Domingo Cardoso de Quirós, natural de Mesão Frio (Portugal), y Juana Díaz de la Iglesia, vecina de Sevilla.

Ceán Bermúdez proporciona las primeras noticias que tenemos sobre Quirós, situándolo bajo el pupilaje de Bernardo Simón de Pineda, lo cual no parece muy desacertado, pues lo cierto y verdad es que en ocasiones Quirós suscribe como "maestro arquitecto". Hernández Díaz dio a conocer un documento en que Francisco Antonio Gijón se obligaba a ejecutar un paso procesional para la hermandad sevillana de San Isidoro. En este documento aparece un oficial de escultor llamado Juan Antonio de Quirós actuando como fiador del concierto. Lo cierto y verdad es que la relación de Quirós con Francisco Antonio Gijón y Bernardo Simón de Pineda es un hecho probado, pues consta fehacientemente que Quirós colaboró con ambos artistas en la renovación del Monumento Eucarístico de la Catedral de Sevilla, entre 1688 y 1689.

La nómina de obras salidas de la mano de Quirós es, hasta ahora, corta. Se conservan en el seno de la Real Hermandad Sacramental del Santo Entierro de Sevilla, a la que el mismo Antonio de Quirós perteneció, y con carta de pago que acredita su ejecución en 1693, tanto la afligida Virgen de Villaviciosa, dolorosa de candelero para vestir que preside el misterio del Duelo, como el grupo de la Muerte y la serpiente que, al pie del patíbulo martirial, configuran la alegoría del Triunfo de la Santa Cruz, la llamada popularmente "Canina" que tuvo que ser restaurada por Juan de Astorga en 1829 tras los destrozos que sufriera en la invasión francesa.

El ingreso de Quirós en dicha corporación de penitencia se produjo el 26 de marzo de 1693, no pagando cuota de entrada por haber ofrecido como limosna las manos de la Virgen de Villaviciosa.

En realidad, en 1693 Quirós no solo ejecutó para la Hermandad del Santo Entierro la imagen de la Virgen de Villaviciosa, sino también todas las figuras de misterio del paso del Duelo: las Tres Marías, San Juan Evangelista y los Santos Varones. Lo que ocurrió fue que las figuras femeninas y el santo perecieron en el incendio causado por los franceses en el Colegio de San Laureano de la Orden de la Merced, donde residía por entonces la cofradía, siendo reemplazadas por otras figuras también de Juan de Astorga; respecto a los varones, o fueron sustituidos o posiblemente remodelados igualmente por Astorga.

Otros encargos de Antonio de Quirós para la hermandad sevillana del Santo Entierro que no se conservan fueron los seis relieves pasionistas de los medallones de la urna del Cristo Yacente, así como cuatro ángeles para las esquinas y los remates del sepulcro, consistentes en doce serafines y florones varios.

La policromía de las esculturas realizadas por Quirós, y aun otras labores de estofado para el paso del Triunfo de la Santa Cruz, corrieron a cargo del pintor Juan José Carpio. No se conservan restos de esas encarnaduras, pues la dolorosa tuvo que ser repolicromada tras la francesada por el pintor José María Domínguez Bécquer, quien, según González de León, hizo lo propio con las tallas del Cristo Yacente y del esqueleto de la muerte.

La Virgen de Villaviciosa representa el momento en que recibe el pésame por parte de la comitiva fúnebre. Antonio de Quirós ofrece variantes respecto de los modelos roldanescos del maestro Gijón, en especial en la definición del modelado y el carácter compacto de la talla, lo que le proporciona interés. Asimismo, lejos de mostrar calladas señales de resignación, María muestra el semblante más dolorido y expresivo que nunca, con el entrecejo muy fruncido, la boca abierta para clamar su pena a los allegados y los párpados entornados por el llanto. Es una dolorosa tallada en madera de cedro y policromada al óleo, de tamaño natural (mide 164 cm de altura). Además de la mencionada intervención de Bécquer, fue restaurada en 1980 por Luis Álvarez Duarte, que labró nuevo candelero, y en 1991 por José Rodríguez Rivero-Carrera bajo criterios científicos.

 

 

Fotografías de Santiago Rodríguez López

 

FUENTES

Con información de Jesús Abades.

SILVA FERNÁNDEZ, Juan Antonio. "Reflexiones sobre la formación artística del escultor sevillano Bartolomé García de Santiago", en Laboratorio de Arte, nº 26, Universidad de Sevilla, 2014, pp. 460-462.

RODA PEÑA, José. "La escultura sevillana del pleno barroco y sus protagonistas durante la segunda mitad del siglo XVII", en El triunfo del barroco en la escultura andaluza e hispanoamericana, Universidad de Granada, 2018, pp. 265-266.

RODA PEÑA, José. "La renovación del patrimonio escultórico de las hermandades penitenciales de Sevilla durante el reinado de Carlos II", en Actas del Congreso Nacional de Cofradías Penitenciales y Semana Santa, Diputación de Córdoba, 2012, pp. 254-255.

LUQUE TERUEL, Andrés. "Esplendor y pasión de Sevilla", en AA.VV. Escultura Barroca española. Nuevas lecturas desde los Siglos de Oro a la sociedad del conocimiento, vol. II, Antequera, ExLibric, 2016, p. 123.

 

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