RAFAEL SANZIO. 500 AÑOS
SAN MIGUEL Y SAN JORGE
23/03/2020
Tras sus primeros años en Umbría, el pintor se trasladó a Florencia en 1504 y allí permaneció cuatro años. En Florencia toma influencias de Leonardo, Luca Signorelli, Fra Bartolomeo y los pintores venecianos, de forma que su pintura adquiere el claroscuro, el "sfumato", un colorido más rico y un lenguaje de mayor corporeidad figurativa y holgura espacial. La verticalidad arquitectural, heredada de Perugino, da paso ahora al dinamismo desplegado en las dos tablitas de San Miguel y San Jorge (hacia 1505) conservadas en el parisino Museo del Louvre. Los dos santos aparecen representados en lucha contra el dragón. San Miguel y el dragón (30 x 26 cm), también conocido como San Miguel derrotando al demonio, muestra todavía el influjo del maestro Perugino en la figura del santo. Sin embargo, los referentes principales de Rafael son los pintores del norte de Europa, especialmente Hans Memling y El Bosco, del que absorbe su imaginario macabro con las demoniacas figuras y el dantesco paisaje. Rafael enriquece la escena con pasajes tomados del Infierno descrito por Dante en su famosa obra "Divina Comedia": a la izquierda, el castigo de los hipócritas, envueltos en capas de plomo dorado que emergen del suelo y desfilan ante la ciudad en llamas, y a la derecha el castigo de los ladrones, que desnudos son devorados por serpientes y pájaros negros. Posiblemente fue Giovanna da Montefeltro quien encargó a Rafael el San Miguel para celebrar la admisión de su hijo Francesco Maria della Rovere en la Orden de San Miguel. Ello explicaría las alusiones al Infierno de Dante, muy admirado en la corte de Urbino por el duque Guidobaldo da Montefeltro y sus familiares. Respecto a San Jorge y el dragón (31 x 27 cm), se cree una tabla asociada a la anterior hasta el punto de que algunos pensaron erróneamente que ambas formaban un díptico. Se supone que la otra versión que hizo Rafael sobre este tema, hoy en la National Gallery de Washington, se la encargó Guidobaldo de Montefeltro como regalo al rey Enrique VII de Inglaterra por haberlo nombrado caballero de la Orden de la Jarretera, de la que San Jorge es patrón. Sin embargo, los estudios han demostrado que la tabla, en todo caso, se hizo para Gilbert Talbot, emisario del monarca inglés. Otros autores consideran que ese encargo no es el que se conserva en Washington, sino que se halla hoy en paradero desconocido y que la tabla de San Jorge conservada en el Louvre es una copia del mismo, que el duque habría encargado para su colección privada. La influencia de Leonardo da Vinci es perceptible en el impetuoso diseño de San Jorge y el dragón, sobre todo en la figura del caballo. Sobre un paisaje típico de Umbría, con colinas y árboles jóvenes, el santo está a punto de rematar al monstruo con un golpe de espada. Toda la acción se desarrolla a lo largo de una diagonal, con respuestas rítmicas precisas entre la fiereza del dragón, el espanto del caballo y la huida de la princesa, lo que ayuda al observador a comprender toda la narrativa de un vistazo, al tiempo que profundiza la escena. |
Fotografías de Martine Beck-Coppola
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