BICENTENARIO DE RAMÓN AMADEU
LA SANTA ESPINA
15/10/2021
Foto: Archivo Cuyàs. Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya (ICGC) |
En las procesiones catalanas el pasaje la Coronación de Espinas ha sido uno de los que históricamente ha gozado de mayor acogida, hasta el punto que todos los pueblos y ciudades importantes del territorio acogían topónimos y advocaciones relacionados con este atributo y momento de la Pasión, que además solía combinarse con la festividad de Cristo Rey y la de la Invención de la Santa Cruz (Santa Elena). Una de esas advocaciones fue la de la Santa Espina de la Corona, que no solo tuvo un papel importante en la devoción, la cultura y las tradiciones catalanas hasta el siglo XX, sino también en el arte y la música. En el siglo XVI, la basílica barcelonesa de Santa Maria del Pi vivió su mayor auge. Eran años del Renacimiento en Cataluña, que acogió la formación de una élite humanista muy vinculada a Italia. La citada basílica, en concreto, acogió las primeras obras de orfebrería renacentista del país, la segunda biblioteca de Barcelona, la ejecución de un nuevo retablo por los mejores pintores hispánicos, la creación de la Archicofradía de la Sangre y la llegada, hacia 1542, de la reliquia de la Santa Espina proveniente de Francia (una de las llamadas "72 espinas de la corona original"), lo que motivó la construcción de la cripta y el portal del ábside. La fundación de la Real e Ilustre Archicofradía de la Purísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, conocida popularmente como la "Sangre del Pi", obedece al impulso de San Vicente Ferrer a la hora de crear este tipo de corporaciones (dedicadas a la caridad y a acompañar a los reos de muerte) en todo el Reino de Aragón, desde el Ebro hasta Perpiñán. La "Sangre del Pi" fue precisamente la que se hizo cargo de la llamada "Procesión del Jueves Santo", en la que participaban, a través de diversos misterios, los principales gremios de la ciudad. De todos esos Misterios solo sobreviven el del "Santo Entierro" de Damià Campeny (gremio de revendedores) y el de la Santa Espina de Ramón Amadeu (gremio de veleros o tejedores de velos). |
Foto: Francesc Llosa |
El misterio de la Santa Espina es una de las obras más apreciadas de Amadeu, escultor que conjugó el realismo amable del siglo XVIII, el barroco expresionista (sobre todo el catalán, más esencialista) y la austeridad del neoclasicismo. Encargado por el Gremio del Arte Mayor de la Seda, es una obra perteneciente al barroquismo más popular. Estaba compuesto por la imagen de la Mare de Déu de la Santa Espina y cinco ángeles plañideros que la arropaban. Entre las manos de la Virgen, que procesionaba bajo dosel, se colocaba un ostensorio con la valiosa reliquia. Magí Prat confeccionó los ropajes de la Virgen, una capipota de tamaño natural para vestir, mientras que la ejecución de la corona y el relicario de la Santa Espina, piezas ambas de orfebrería en plata sobredorada con piedras preciosas, corrió a cargo de Joan Altet. La mesa con ruedas sobre la que procesionaba el conjunto ("baiard" en catalán) fue tallada en el obrador de Amadeu. La Santa Espina superó el destrozo artístico de la Guerra Civil y ha llegado a nuestros días. Procesionó en Barcelona hasta la década de 1960, fecha en la que casi se extinguieron todas las procesiones de la ciudad que desfilaban por el distrito de Ciutat Vella con distintas escenas de la Pasión de Cristo. Fue entonces cuando el misterio se desmontó, pasando a presidir la Mare de Déu, con el título de "Virgen de la Aflicción", el salón gremial de los veleros de Barcelona, zona principal de la actual Casa de la Seda. Por su parte, los angelitos están en el hall de entrada del edificio, formando una artística composición en una de sus paredes. Estos cinco angelitos acompañaban a la dolorosa, representando con sus lágrimas y los objetos que sostienen, el dolor de cinco momentos pasionistas cruciales: el paño con el que Poncio Pilato se secó las manos desentendiéndose de su destino, los dados con los que los soldados se jugaron las pertenencias de Cristo, y tres instrumentos de la crucifixión: los clavos, el martillo y las tenazas. Respecto a la Mare de Déu de la Santa Espina o "Virgen de la Aflicción", muestra analogías con la dolorosa perdida de de Sant Genís dels Agudells, las conservadas en el Museo de la Garrocha, una de colección privada que fue vendida en 2021 por Balclis o la Piedad de Sant Esteve (Olot). Su composición es la habitual de Amadeu en estos casos: un maniquí vestido; es decir, un esqueleto de madera donde solo se hacía el acabado de la cara, las manos y, algunas veces, los pies, para luego cubrirse con una camisa de seda y un manto de terciopelo. |
Foto: Casa de la Seda |
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FUENTES http://setmanasantamataro.blogspot.com/ YEGUAS I GASSO, Joan. Ramon Amadeu: 200 anys de la seva estada a Olot (1809-1814), Olot, Museu dels Sants (catálogo de exposición), 2012, p. 31. |
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