Se trata de una obra poco habitual en la imaginería barroca, puesto que muestra a la Virgen María niña como Inmaculada Concepción, abatiendo al maligno y vencedora sobre las fuerzas del mal.

María está representada en plegaria, con los brazos cruzados sobre el pecho, la cabeza ligeramente inclinada y la mirada baja. El diablo muestra una apariencia monstruosa, siguiendo los modelos difundidos desde el medievo. A pesar de que se desconoce la procedencia de la imagen, se ha propuesto que pudo formar parte de un retablo, aunque lo más posible es que se trate de una imagen devocional de carácter privado.

La obra ingresó en el Museu de Lleida en 1901, donada por Joan Llorens y Fàbrega, médico del Seminario Diocesano de Lleida, presidente del Colegio Médico de la ciudad y director de la revista "Unión Médica".

Era una escultura adjudicada a un artista anónimo de la escuela catalana del siglo XVIII hasta que, por razones estilísticas, Joan Yeguas la atribuyó a Amadeu. El historiador la comparó con la Virgen Niña sentada en el regazo de la Santa Ana del MNAC, una obra proveniente de la donación de Enric Batlló.

Yeguas también advirtió que la postura de las manos de la Virgen Niña de Lleida recuerda la del busto de la Inmaculada Concepción que también se conserva en el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) procedente de la antigua colección Llimona, ya analizada en una anterior entrega.

Los detalles en el modelado del rostro (caso de la apertura de los ojos, el arco de las cejas o el tipo de boca y de nariz) o los acabados de los cabellos, hechos con toques de policromía, son características que, según Joan Yeguas, también podemos observar en las figuras para belenes realizadas por Amadeu.