BICENTENARIO DE RAMÓN AMADEU
BELENES (I)

Joan Yeguas (26/10/2021)


 

 
 
Pastor (MAHBA). Foto: Pep Parer

 

Aunque Ramón Amadeu se labró una reputación a lo largo de su trayectoria profesional, siempre dentro de la rigurosa ortodoxia en que se movía el oficio de escultor en el Barroco, se puede afirmar que en vida fue básicamente conocido como un acreditado imaginero, con múltiples encargos dirigidos a parroquias u otras instituciones eclesiásticas, así como a particulares de diversos estamentos sociales.

En cambio, décadas después de su muerte, y todavía a día de hoy, el nombre de Amadeu está vinculado a las figuras para nacimientos o belenes, hasta el punto de seguir siendo sus obras más valoradas, tanto por sus seguidores, como por los coleccionistas, especialmente los pesebristas. Dicha popularidad tuvo su auge en el siglo XIX gracias a las ideas románticas que siempre rodearon el imaginario de los belenes.

Las figuras de pesebre de Amadeu más valoradas por el público son las que representan personas ejerciendo un oficio tradicional, a menudo ligado al mundo rural. Ello ha creado una serie de afirmaciones erróneas y bastante absurdas sobre la vivencia de Amadeu en el mundo rural, que tienen más relación con el marketing que con el arte. Se había dicho que su inicio en el belenismo había que conectarlo con su estancia en Olot (1809-1814), argumento que hay que rechazar como el que asegura que el artista cambió de estilo, y se volvió más realista, debido a su vivencia campesina en la Garrocha. Una cosa diferente es que Amadeu se inspirara en el campesinado catalán, y que aprovechara su estancia en Olot para tomar apuntes de los personajes que vivían en ese entorno. Pero el escultor no se convirtió con ello en realista, porque ya lo era.

 

 

Tal y como pasa con el "presepe" napolitano, que va más allá del símbolo religioso y penetra dentro de la antropología, las figuras de Amadeu describen la ruralidad catalana en el entorno del año 1800. Sus obras constatan diferentes tipologías humanas que vivían en el ámbito campesino, y, al mismo tiempo, son adecuadas para acompañar la animación propia de un pesebre. Por lo tanto, más allá del tema artístico, las figuras también pueden analizarse desde otros puntos de vista: sociológico, de la indumentaria, etcétera.

A pesar de todo, también perpetuó una serie de estereotipos de la vida rural, asimilando sus protagonistas con los habitantes de un tipo de Arcadia donde reinaba la paz, la felicidad y la sencillez de sus habitantes, los cuales están en comunión con la naturaleza. Aspecto que hay que tener bastante en cuenta en la hora de entender el éxito comercial de Amadeu en el periodo romántico y en décadas posteriores.

En palabras del pintor y pesebrista barcelonés Joaquim Renart (1879-1961) sobre las figuras de Amadeu que se conservan en el Can Bolós -edificio de Olot que alberga numerosas figuras y esbozos de Ramón Amadeu (en la imagen superior, el paje del rey Baltasar)-, las figuras para pesebre de nuestro escultor son "preciosas, definitivas, llenas de vida y expresión, y con un espíritu de la tierra que enamoran".

 

 
 
Ángel (MCGO)

 

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FUENTES

YEGUAS I GASSO, Joan. Ramon Amadeu i el pessebrisme català al Museu dels Sants d'Olot, Olot (Girona), Museus d'Olot e Institut Municipal de Cultura d'Olot, 2019, pp. 5 y 7.

 

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