LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE (VIII)

02/11/2023


 

 

En 1480, los turcos asaltaron la ciudad italiana de Otranto, asesinando a todos los varones mayores de 15 años y esclavizando a las mujeres y los niños. Las hipótesis sitúan la cifra de los muertos entre los 9.000 y los 12.000, y en la de unos 5.000 los esclavizados. Tuvo que pasar más de un año hasta que la ciudad fue liberada por los aragoneses, liderados por Alfonso de Aragón, hijo del rey Fernando de Nápoles, quien organizó una verdadera cruzada con la ayuda de su primo Fernando el Católico y del Reino de Sicilia.

En 1481, los cuerpos de los asesinados fueron trasladados a la catedral de Otranto. A partir de 1485, parte de los restos de aquellos mártires fueron trasladados a Nápoles, y reposan en la Iglesia de Santa Caterina en Formiello, donde fueron colocados bajo el altar de la Virgen del Rosario. En 1888, parte de las reliquias fueron donadas al Santuario di Santa Maria di Valleverde in Bovino. Las que quedaron en Otranto fueron colocadas en 1901 en el altar donde se encuentran hoy. Entre 2002 y 2003 se realizó una "recognitio canonica" que confirmó su autenticidad.

En 1771, el papa Clemente XIV declaró benditos a los 813 habitantes de Otranto que fueron asesinados en el cerro Minerva, autorizando su culto. Desde entonces han sido protectores de Otranto. En 2007, Benedicto XVI emitió un decreto en el que reconocía el martirio de Antonio Primaldo y sus conciudadanos. Tras su beatificación, fueron canonizados por el papa Francisco el 12 de mayo de 2013. Antonio Primaldo, llamado en realidad Antonio Pezzulla, era el sastre más veterano de la ciudad, así como el cabecilla de los que renunciaban a convertirse al islam tras la imposición de los turcos, de ahí que fuera el primero en ser decapitado en la colina Minerva.

Tras la expulsión de los turcos, la catedral de Otranto, que había sufrido graves daños y se utilizó durante un breve tiempo como mezquita y luego como establo, fue restaurada. Los cráneos de los mártires fueron recogidos y colocados en una capilla construida por orden de Fernando I de Nápoles, la cual fue reconstruida en 1711.

En la capilla se conservan actualmente la parte de los restos mortales de los santos mártires que quedó en Otranto. Algunos de sus huesos se pueden ver en siete grandes vitrinas que están detrás del altar, mientras que otros se exhiben en ataúdes. Detrás del altar se conserva la llamada "piedra del martirio", sobre la que, de acuerdo con la tradición, fueron decapitados los cristianos.

Desde 1952 recibe culto en la capilla de los mártires la Virgen de Gracia, apodada "Madonnina de Otranto", una interesante talla del siglo XIV que representa a María con las manos entrelazadas y el Niño sobre sus rodillas. A pesar de ello, la absorta mirada de la madre muestra un rictus de tristeza por pensar en el sacrificio que le aguarda a Jesús.

 

Foto: Laurent Massoptier

 

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