REMBRANDT 350 AÑOS. LOS TEMAS SACROS
LA INCREDULIDAD DE SANTO TOMÁS

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

La escena, pintada al óleo sobre tabla (53,1 x 50,5 cm) y firmada en la zona inferior izquierda (1634), muestra gran vistosidad en su composición, irradiando la figura de Cristo, en ropas blancas, un gran resplandor al aparecer ante sus discípulos después de la resurrección y mostrar la llaga del costado al incrédulo Tomás.

La teatralidad de la escena no oculta las nuevas cualidades de la pintura de Rembrandt. El pintor busca en ese momento unas escenas más ambiciosas para afirmar con ellas la posible existencia de sucesos emocionantes y significativos en la vida cotidiana. Además de transmitir la atmósfera emocional de la aparición del Maestro, Rembrandt presta nuevamente una atención primaria a los contrastes de luces y sombras: la luz en concreto resalta el evento principal y enfatiza las posturas de los personajes, así como sus expresiones faciales.

Al contrario de la mayoría de los cuadros, el apóstol no introduce los dedos en la herida. Sus dudas se disipan con tan solo verla, tal y como lo describe el evangelista Juan, que figura durmiente a la derecha, en un detalle poco convencional muy del gusto de Rembrandt, simbolizando en el fondo una profunda reflexión interna.

 

Anterior entrega en este

Artículo relacionado en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com