Considerado uno de los más interesantes de la provincia de Córdoba, fue contratado en 1573 por Guillermo de Orta y el pintor Baltasar del Águila. Orta se ocupó del ensamblaje y Francisco Fernández de la talla, pero ni ellos ni el cordobés Águila concluyeron sus trabajos, debiendo celebrarse nuevos contratos, entre 1587 y 1589, con el escultor y retablista Andrés de Castillejos y los pintores Alonso de Ribera y Leonardo Enríquez de Navarra.

El retablo, como suele ser habitual en la época, muestra escenas relacionadas con la Eucaristía, la vida de Cristo y la vida de la Virgen María, en este caso representadas tanto en formato pictórico como escultórico.

Andrés de Castillejos fue el encargado de realizar los altorrelieves marianos de la Asunción, la Natividad, la Anunciación, la Visitación a Isabel, la Coronación y los Desposorios con San José, así como los altorrelieves de los Cuatro Evangelistas y las esculturas de bulto redondo que conforman el Calvario situado en la parte superior. Gran parte de todo ello quedó destruido en el año 1936, salvándose el Cristo Crucificado del Calvario, así como los altorrelieves de los Evangelistas y los Desposorios. También varias pinturas quedaron gravemente dañadas, debiendo ser recompuestas en 1945 por Rafael Díaz Fernández. 

La fábrica se organiza en tres cuerpos y cinco calles divididas por columnas de orden jónico y fuste acanalado, siendo las calles de los extremos de menor altura que las restantes. Todas las pinturas y la mayor parte de las esculturas quedan rematadas por dintel; en algunos casos, peraltado para restar inercia a la obra. Corona el conjunto un altorrelieve del Padre Eterno. Algunas de la esculturas que hoy lo exornan son de carácter seriado.