FRANCISCO RIBALTA (VII)
SAGRADA CENA
Enrique Lafuente Ferrari
En el año 1597 un pintor llamado Bartolomé Matarana, que había trabajado en Cuenca y al que vemos asociado enseguida con Ribalta, es llamado a Valencia para pintar en la fundación religiosa de San Juan de Ribera. Se trata del famoso Colegio del Corpus Christi, llamado por su fundador del Patriarca (ver enlace inferior). Como se ha señalado en otra entrega, al menos desde 1599 Ribalta está documentado en Valencia, donde trabaja como pintor activo y fecundo al servicio del más destacado mecenas de la ciudad levantina, y actuando desde muy pronto como jefe de escuela, con encargos importantes, taller y discípulos. Desde 1601 Ribalta contrata y cobra por obras relacionadas con el Colegio del Patriarca y hasta la muerte del Beato Juan de Ribera, el pintor no cesa en su actividad en el Colegio del Corpus Christi. Los datos que existen identifican retratos y cuadros de altar, y las precisiones logradas han afirmado la paternidad de Ribalta en obras antes atribuidas al también valenciano Alonso Sánchez Coello. A lo largo de estos años, la fundación del Patriarca va logrando la sobria y suntuosa exornación con que, afortunadamente intacta y salvada de revoluciones e incendios, ha llegado hasta nuestros días; pero incluso los otros encargos importantes en que Ribalta trabaja en estos años -Burjassot y el ya estudiado de Algemesí- están también relacionados con el círculo del gran Arzobispo de Valencia. De las obras del Patriarca, la Aparición de Cristo a San Vicente Ferrer conserva restos de manierismo, aunque no deja de aparecer su interés por la luz artificial. Pero con la monumental Sagrada Cena (imagen superior) o, mejor dicho, Institución de la Eucaristía (óleo sobre lienzo adherido a tabla, 478 x 266 cm) del retablo mayor del mismo Colegio Patriarcal, nos encontramos con uno de los más importantes cuadros de altar de la pintura religiosa del XVII. Si el fondo recuerda un modelo de Federico Zuccaro, algo nuevo existe en este lienzo, en lo que al sentido del espacio se refiere y a la fuerte individualización de las cabezas de los apóstoles, absolutamente superior a todo lo anterior que conocemos del artista. En la Sagrada Cena el valor expresivo de la solemnidad del momento de la institución eucarística está logrado, así como la agitación inquietante que Delphine Fitz Darby (experta en arte valenciano del siglo XVII) registra, está de acuerdo con la reacción individual de los apóstoles ante la emoción colectiva. El Cristo de la Sagrada Cena es un tipo personal del artista, no demasiado idealizado en su belleza física, pero resplandeciente de espiritualidad, y como nota destacable observamos que en el lienzo del Patriarca y en los apóstoles de primer término aparecen dibujados con todo vigor aquellos pies descalzos que se vuelven hacia el espectador, como en el lienzo de San Mateo con que Caravaggio causara escándalo en Roma. |
FUENTES LAFUENTE FERRARI, Enrique. Breve Historia de la Pintura Española, vol. II, Madrid, 1987, pp. 248-250. |
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