RODIN. OBRA PROFANA (Y VI)
LOS BURGUESES DE CALAIS
Jesús Abades y Sergio Cabaco
El episodio de la devoción heroica de los Burgueses de Calais, uno de los más célebres de la historia de Francia, se sitúa durante la Guerra de los Cien Años, en la que se enfrentaron las naciones de Francia e Inglaterra. En 1347, Eduardo III de Inglaterra sitió el puerto de Calais, en el norte de Francia, y declaró que actuaría con indulgencia si seis burgueses aceptaban entregarse ante él vestidos en camisa, con la cabeza y los pies desnudos y una soga al cuello, presentándole las llaves de la ciudad. Eustache de Saint-Pierre y cinco de sus compañeros aceptaron sacrificar sus vidas a fin de salvar la ciudad, pero la reina Felipa intercedió ante Eduardo III por estos notables que, tras saber su destino, avanzaron rumbo a la muerte convencidos de que salvaguardaban el sitio con su sacrificio, obteniendo finalmente el indulto de su esposo. Diversos alcaldes de Calais, deseosos de conmemorar este acto insólito, pensaron en encargar una escultura que glorificara a su promotor Eustache de Saint Pierre. Se plantearon diferentes proyectos, aunque ninguno de ellos tuvo continuidad, y hasta 1884 no se volvió a considerar el asunto. Fue entonces cuando Rodin fue escogido para realizarla, convirtiéndose en el monumento a los Burgueses de Calais. De hecho, el primer boceto, modelado en yeso por el escultor, nos muestra un grupo de seis héroes instalados sobre un pedestal según las normas artísticas de la época; sin embargo, la imagen de estos seis hombres abatidos y resignados ante la horca ya se alejaba de la del grupo heroico conforme a la tradición académica del siglo XIX. Rodin trabajó intensamente en un proyecto en el que colaboró Camille Claudel, quien seguramente modeló las manos y los pies de las seis figuras, las cuales están individualizadas, reunidas encima de una misma base pero independientes. Solos frente a su destino y a la muerte, sin mirarse, tocarse ni interactuar entre ellos. El gran boceto fue presentado en 1889 en la exposición Monet-Rodin y resultó ser la pieza clave de todas las presentadas. Sin embargo, el alcalde de Calais se había retirado en 1885 y el comité para la erección de la estatua había quebrado en 1886. Además, el diseño de Rodin había evolucionado considerablemente. La propuesta que presentó en el sentido de suprimir el zócalo de la estatua le acarreó grandes reproches por parte de los que la encargaron. El escultor proponía una visión original, muy avanzada para su época, que infringía las normas habituales de la estatuaria monumental. El grupo, para que resultara impresionante, había de instalarse al nivel del suelo o sobre un zócalo muy alto, de modo que se recortase en el cielo, y así el espectador pudiese penetrar mejor en el aspecto de la miseria y del sacrificio del drama. El proyecto se reemprendió en 1893. Habiendo reunido ya los fondos, el monumento (que pesa más de dos toneladas) fue inaugurado el 3 de junio de 1895, pero, desafortunadamente, fue colocado sobre un pedestal en el centro de un pequeño jardín. Rodin quería sellar sus estatuas, unas detrás de otras, delante del Ayuntamiento de Calais, al nivel de las losas de la plaza, como un rosario viviente de sufrimiento y sacrificio, con el fin de causar un fuerte impacto. Pero rechazaron su proyecto e impusieron un pedestal poco agraciado y superfluo. Solo al terminar la Segunda Guerra Mundial la ciudad de Calais respetó la voluntad del escultor y presentó el grupo al nivel del suelo, tal y como se puede contemplar en París, Filadelfia y Tokio. Rodin, que se opone a cualquier confesión anecdótica o superflua y rechaza la tipología académica, presenta una obra poderosa y única de carácter universal. En realidad, su idea de hacernos entrar a ras de suelo en el drama que se desarrolla ante nuestros ojos era demasiado revolucionaria como para no chocar con el gusto oficial que regía los destinos de las bellas artes durante la Tercera República. Si examinamos las seis figuras una por una, dicha impresión se confirma: Eustache de Saint-Pierre, el viejo, guía con fuerza y determinación el grupo de los seis héroes; Jean d'Aire, con aire resuelto y viril, lleva las llaves de la ciudad que está a punto de ofrecer al rey de Inglaterra en señal de vasallaje; Andrieu d'Andres, con la cabeza entre las manos, expresa la desesperación del renunciamiento heroico; Pierre de Wissant muestra un momento de duda cuando se dirige junto al grupo hacia la muerte; su hermano Jacques camina hacia un destino inevitable, y Jean de Fiennes, abriendo los brazos, simboliza la juventud sacrificada al acto heroico. |
Fotografías de Paul Tractor y Michael Leuty
FUENTES Con información del Musée Rodin de París. |
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