EL TALLER DE PEDRO ROLDÁN (V)
MARCELINO ROLDÁN VILLAVICENCIO Y JULIÁN ROLDÁN GUERRERO

José Carlos Pérez Morales


 

     
     
Relieve de San Miguel. Detalle (Jaén)

 

En 1680 Marcelino Roldán Villavicencio casa en Sevilla con la cordobesa Ana Ponce de León, misma fecha en la que declara haberse desplazado a Córdoba cuando precisamente su padre trabaja en la iglesia conventual de Santa Isabel de dicha capital. Se independiza tempranamente pues aparece como maestro escultor en 1682. Posteriormente, entre 1686 y 1687 aparece trabajando en la catedral vieja de Cádiz.

Marcelino enviuda en 1689 y vuelve a casarse con Josefa Velasco Serrallonga. De este enlace nacerán Diego, Marcelino y Jerónima Roldán Serrallonga. Disfrutó de prestigio ya que, en el año 1701, fue nombrado escultor de cámara de Felipe V por el marqués de Villafranca.

La identificación de la obra de Marcelino Roldán es muy complicada. Sabemos que realiza una pareja de Ángeles Lampareros para el retablo lateral de la capilla de la Soledad en el convento sevillano del Carmen, en el año 1698, junto a su padre, una obra que no ha llegado hasta nosotros.

A la muerte de su padre, Marcelino se hace cargo del taller y lo sustituye en la colaboración con Cristóbal de Guadix para la parte escultórica de sus retablos: en 1701 el Retablo de la Virgen del Rosario (iglesia hispalense de San Juan de la Palma); en 1704, cuatro Ángeles Martiriales para rematar el retablo mayor de la iglesia de San Vicente, también en Sevilla, y concluir la Dolorosa y el San Juan Evangelista (únicas obras conocidas donde puede comprobarse una patente dependencia del estilo paterno). También entre los años 1704 y 1705 tenemos datos de varios pagos por diversas obras escultóricas sin especificar.

Respecto a Julián Roldán Guerrero, fue un sobrino de Pedro Roldán cuya posible formación lo sitúa en el taller de su tío en torno a 1664, declarándose oficial de dicho oficio de escultor en 1667, siendo él mismo maestro escultor dos años más tarde. La obra que conocemos de Julián se reduce a la colaboración en los trabajos de talla de los relieves pétreos de la catedral de Jaén, quien se los encomendó en solitario Pedro Roldán desde mayo de 1676, aunque no cumple en la fecha prevista y a finales del mismo año tiene que volver a Jaén para culminarlos; concretamente, los relieves del Triunfo de San Miguel y la Asunción de María.

 

     
     
Relieve de la Asunción. Detalle (Jaén)

 

Fotografías de Francisco Miguel Merino Laguna para www.redjaen.es

 

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