Una vez más Ruiz del Peral repite el tema de la Mater Dolorosa desarrollado con gran acierto en la Virgen de la Humildad: envuelta en amplios túnica y manto -de grandes pliegues quebrados, como un ropaje pintado por Francisco de Zurbarán-, mirada más con concentrada y pensativa que dolorosa, manos cruzadas sobre el pecho en posición análoga a las de José de Mora, dolor silencioso y resignación sumisa -tradicionales en la Escuela de Granada, siempre apartada de efectismos-, un dolor que es más hondo e hiriente cuanto más silencioso, reflejado en ese rostro bellísimo e hierático que repite los del maestro Mora, y nos impresiona y subyuga.

Las diferencias de la obra que nos ocupa, llamada también Virgen de la Soledad, con la Virgen de la Humildad se encuentran en que, en este caso, el escultor nos ofrece una escultura de medio cuerpo -único ejemplar suyo conocido hasta el momento-, con una cabeza más voluminosa -cercana a la de Santa María de la Alhambra- y unos ropajes coloristas, a diferencia de la severidad de la dolorosa accitana.

La talla del templo granadino del Sagrario no fue citada por ningún autor hasta que Gallego Burín formuló su atribución en 1936 a Ruiz del Peral, refrendada en 1971 por Sánchez-Mesa y en 1996 por Martínez Justicia, quien la fecha próxima a la mitad del siglo XVIII y la relaciona con los modelos de Mora y Risueño, adquiriendo entidad propia la obra de Peral por su amplio modelado tanto en el rostro como en el manto.

Para López-Muñoz son evidentes las analogías con Santa María de la Alhambra, lo que supone una proximidad temporal. Según dicho historiador, Ruiz del Peral va a conseguir una mayor fortuna en la solución del rostro de la Soledad del Sagrario, donde los ojos son levemente más abiertos y, por tanto, más expresivos, y el sutil arqueo de las cejas configura una solución menos dura y más ascética del dolor que la de la Virgen de la Alhambra.

Las manos cruzadas de la Soledad se encuentran en posición análoga a la de la Humildad de Guadix. Durante mucho tiempo la dolorosa del Sagrario llevó una espada de plata atravesándole el pecho, cosa desusada en la escultura granadina y quizá tomada por Ruiz del Peral de sus hermanas mediterráneas.