López-Muñoz hace hincapié en la tendencia naturalista de Peral, que sitúa a sus personajes sagrados en un plano mundano, cercano a la piedad popular, que logra especialmente gracias a sus rostros, para elevar a un plano más trascendente con sus soluciones ampulosas y solemnes, que en algunos casos rozan lo pictórico.

Así ocurre con la Santa María Magdalena Penitente de la parroquia granadina de su nombre. Muy significativo de esta imagen resulta el contraste entre las cuidadas carnaciones de Peral en hombros, cuello, rostro y manos, y el burdo tejido de arpillera que muestra su hábito, en una rememoración de la célebre Magdalena Penitente de Pedro de Mena, que sin duda Peral debió conocer. Para su obra Mena se inspiró directamente en otra escultura sobre el mismo tema conservada al menos desde el año 1615 en el monasterio madrileño de las Descalzas Reales y relacionada con la producción de otro célebre maestro: Gregorio Fernández.

Según López-Muñoz, en la obra que nos ocupa Peral recurre a una composición algo forzada, pero que redunda precisamente en el aspecto anteriormente señalado: rasgos de personaje femenino mundano elevado a una trascendencia mayor. Con este magnífico simulacro de la santa volvemos a observar las mismas facciones de sus imágenes femeninas: rostro oval, frente despejada, boca pequeña, nariz romana, etcétera.

La composición en "contrapposto" enlaza sutilmente la imagen con el entorno cavernoso de su capilla, en una solución tramoyística muy propia del siglo XVIII, donde constan el cráneo del pecado y el libro de oraciones como manifiestos de la iconografía más ortodoxa de la discípula de Cristo.

Al igual que Mena, Peral dirige la anhelante mirada al crucifijo en clara actitud de arrepentimiento. Sin embargo, como estamos viendo en Peral a la hora de inspirarse en un modelo, las diferencias son también muy claras: el brazo izquierdo se abre en lugar de dirigirse al pecho; el rostro atenúa el dramatismo, pese a las lágrimas y la expresión arrepentida, y no se muestra demacrado por las mortificaciones; respecto a la postura, no está erguida sino genuflexa sobre una nube con ángeles. La arpillera no es la única prenda, ya que vemos una especie de saya azulada, lo que unido a lo anterior parece tener la intención de suavizar el patetismo.