Una opinión generalizada, aunque a nuestro juicio errónea, es la que sitúa la cronología de esta popular imagen mariana, cuya autoría todavía se desconoce, en la primera mitad del siglo XVI, como si fuera una talla de transición entre el periodo gótico y el renacentista, cuando en realidad su morfología ofrece las características propias de las tallas de la escuela sevillana realizadas en la segunda mitad del quinientos.

Muy acertadamente Juan Jesús López-Guadalupe Muñoz fechó su hechura en el último tercio del siglo XVI. Para el historiador se trata de una obra imbuida de los dictados de la Contrarreforma que bebe del primer naturalismo del protobarroco. El resultado es una figura muy equilibrada en la finura y elegancia de su plástica, así como en el naturalismo de sus actitudes, especialmente en el juguetón Niño Jesús que sostiene sobre su mano izquierda, popularmente conocido como el "Chato de la Costanilla".

De talla completa, con el dorso sin labrar por su condición de imagen de retablo, esta representación de María conductora u "hodegetria", muestra a la Virgen de pie, portando el cetro y el rosario en su mano derecha mientras el pequeño Jesús sostiene el orbe terráqueo. Hablamos por tanto de los atributos habituales que codifican a la señora como prototípica representación de la Madre de Dios, reina e intercesora, según los cánones ritualistas de la "devotio moderna" propia del humanismo cristiano.

Estilísticamente la Virgen de la Salud bebe de las fórmulas del Bajo Renacimiento sevillano, interpretadas con gran clasicismo en un bloque compacto de paños que envuelven la silueta de María a través de pliegues rectos que se rompen al frente por la diagonal del manto. Para su fecha de ejecución muestra un contraposto más moderado de lo habitual, así como una acusada verticalidad, lo que puede confundir su datación.

Imagen de gran solera entre las devociones sevillanas, la Virgen de la Salud aparece casi siempre revestida, total o parcialmente, con las telas y los aderezos propios de las imágenes hispalenses del Barroco, época en la que debió sufrir una importante restauración que afectó sobre todo a su policromía, tanto en las carnaciones como en el enriquecimiento de los paños. Consta también que Sebastián Santos Rojas la intervino en 1954. La última restauración fue practicada por criterios científicos en el taller de los Cruz Solís (2011).

La imagen es titular de la Real, Ilustre y Antigua Hermandad del Dulce Nombre de Jesús, Nuestra Señora de la Salud y San Ignacio de Loyola, con sede en la parroquia sevillana de San Isidoro. Resulta indudable la existencia de una devoción anterior a la Virgen de la Salud en la feligresía del templo, pues dicha corporación fue erigida canónicamente en 1674, y la imagen como hemos visto data de la centuria anterior.

Hasta las obras de rehabilitación de la parroquia se albergaba la imagen en un gran retablo neoclásico, que sustituyó al parecer a otro tallado por Bernardo Simón de Pineda en 1674. Dentro del patrimonio de su hermandad son muy notables los dos simpecados, sobre todo el de Gala del siglo XVIII de estilo rocalla y hermoso lienzo en su centro, y los tres mantos bordados de colores celeste, azul turquesa y rojo.

En 1943, con la elección del Marqués de la Isla como hermano mayor, comenzó una importante época en la hermandad. Es entonces cuando se construye el actual paso procesional, singular obra de Francisco Ruiz Rodríguez. A finales de la década de 1950 la corporación atravesó una grave crisis, quedando en la práctica extinguida hasta que en 1980 se consigue su reorganización. Desde entonces desarrolla una vida muy activa, devolviendo el patrimonio a su primitivo esplendor con adecuadas restauraciones y estrenos.