SALUS INFIRMORUM (X) LA ADVOCACIÓN DE LA SALUD EN LA ESCULTURA SACRA ANDALUZA
JESÚS DE LA SALUD - MÁLAGA

12/04/2020


 

 

Talla para la comunidad parroquial de la Virgen Milagrosa y San Dámaso Papa, templo del popular barrio del Molinillo de Málaga donde recibe culto Nuestra Señora del Amor y la Esperanza, una Virgen dolorosa cuya fisonomía actual llevó a cabo también Encarnación Hurtado Molina (Utrera, Sevilla, 1964) tras remodelar profundamente una figura del imaginero y tallista malagueño Pedro Pérez Hidalgo.

Hablamos de una creación de dimensiones tomadas del natural (mide unos 182 cm de altura), no demasiado frecuentes hasta la fecha en la trayectoria de Encarnación Hurtado, que se encuadra dentro de la extendida representación de Cristo cautivo y maniatado, conducido violentamente con una soga por la guardia judía ante los miembros del Sanedrín tras ser prendido en el Huerto de los Olivos.

Con la imagen de Jesús de la Salud la artista utrerana ofreció una de sus sugerentes asociaciones de los preceptos montañesinos y roldanescos que dieron lugar a la mejor escuela sevillana del Barroco. La obra fue presentada en La Hornacina el 19 de febrero de 2015, para lo cual fue ataviada con una túnica de color morado y un completo ajuar interior, todo ello confeccionado por el diseñador y bordador Jesús Campos.

 

 

Por la frente de Jesús de la Salud son visibles los signos de la hematidrosis, fenómeno fisiológico que resulta de la excreción de sangre a través de las glándulas sudoríparas, fruto de la terrible agonía sufrida en Getsemaní. No obstante, por el pómulo amoratado del rostro hay que situarlo cronológicamente al menos en la casa de Anás, donde fue abofeteado por uno de los presentes al considerar insolentes sus respuestas.

Descalza, esta hechura cristífera muestra los ojos muy entornados y la expresión humillada, cejas finas, afilados rasgos, carnaciones suavemente tostadas, barba bífida y puntiaguda, y cabellos modelados mediante fibras sinuosas y densas. Todo ello pone de manifiesto la capacidad de la artista en la escultura a tamaño real, una capacidad tan formidable como demuestra a la hora de labrar sus creaciones de pequeño formato.

Las manos del Cautivo malagueño constituyen el otro gran punto de atención para los fieles, tanto por tenerlas ligeramente levantadas, como por sus aristados volúmenes, perceptibles también en el resto de la anatomía. Este último detalle, además de la hinchazón propia de las extremidades amarradas durante largo tiempo, evidencia una cierta agitación pese a la aparente mansedumbre de este varón noble y conmovedor.

 

 

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