Esta escultura de San Patricio, venerada en la Catedral de Murcia, es un ejemplo, según Sánchez-Rojas Fenoll, de la línea de creciente perfeccionamiento que se puede observar en la trayectoria de Nicolás Salzillo, cuando el escultor va adquiriendo poco a poco una mayor soltura técnica y un más acusado sentido naturalista.

La imagen proviene del templo del Pilar de Murcia. Dicha historiadora cree que es la que se ejecuta por orden del Ayuntamiento murciano en 1702-1703 para que presida la Sala Capitular del consistorio. Es por tanto una creación coetánea al paso de la Cena de la cofradía murciana de Jesús, aunque observamos el referido avance respecto a las figuras que se conservan de dicho conjunto, actualmente en Lorca.

En la policromía de las vestiduras del santo, patrón de Murcia, vemos el gusto de Nicolás Salzillo por los típicos estofados combinados con policromías de tonos suaves. Los motivos ornamentales aplicados repiten los rameados y esgrafiados típicos de una técnica corriente y sencilla de estofado.

Según el historiador Fernández Labaña, otra característica del artista se observa en las manos de San Patricio, apreciándose -como en las de San Judas Tadeo, San Francisco Javier o San Juan de la Cruz- la forma de colocar los dedos corazón y anular, siempre más juntos que el resto, y las serpenteantes venas en los dorsos.