Tan recurrente en la pintura ha sido el tema de Las Tentaciones de San Antonio Abad, que incluso fue tratado por Salvador Dalí (Figueres, Girona, 1904-1989) en una de sus obras surrealistas. La pieza en cuestión es un óleo sobre lienzo (90 x 119,5 cm) que se conserva en Bruselas, en los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica, y es una de las creaciones más populares dentro de la prolífica producción del pintor catalán.

La sociedad Cinematográfica Liew-Lewin organizó en 1947 un concurso para el cual debería pintarse un cuadro, basado en el tema de Las Tentaciones de San Antonio, para la película "La vida privada según Bel Ami", dirigida por Albert Lewin. De los once trabajos presentados, cinco eran de surrealistas, y entre ellos se encontraban una pintura extraña y fascinante de Max Ernst y esta obra de Salvador Dalí. Maddox observa que la obra no convencional que Dalí presentó "fuera la más notable" [...] "pues en ella elefantes caminan con patas casi invisibles de las arañas del deseo. El santo asegura su cruz con el brazo extendido para exorcizar la visión". No obstante el jurado escogió la pintura de Max Ernst (imagen inferior).

Comentando sobre su propio trabajo, Salvador Dalí así lo describe: "el eremita ve en las nubes alucinaciones paranoicas de su tentación". En la pintura de Dalí, San Antonio Abad es un mendigo desnudo y despeinado. La torre, el obelisco, la pirámide, el monolito y hasta un castillo entre las nubes en primer término, representan el oro y las riquezas para tentar a los hombres. Pero, desde otra conexión simbólica, estos elementos también remiten a la montaña primera como punto de la supremacía de Dios sobre el mundo.

En opinión de muchos expertos, solo la iconografía pictórica podría reflejar la serenidad del ermitaño ante un contexto paisajístico tan dramático, con las incontables tentaciones que sufrió, otorgando mayor veracidad en sus representaciones. Ello puede explicar que el tema haya sido mucho menos cultivado en escultura.

No cabe duda la deuda que Dalí tiene en este caso con Hieronymus Bosch, que desde el siglo XVI dejó en la historia de la pintura numerosos ejemplos de lo fantástico. Sus representaciones del tema son las más antiguas y difundidas, si no las más polémicas. Posiblemente sea el artista que más haya desarrollado este asunto, por la cantidad de obras hechas por su taller en esa dirección temática. El pintor neerlandés, apodado El Bosco, era católico ortodoxo y miembro eminente de una hermandad religiosa de su ciudad de origen. En el XVII, un siglo después de su fallecimiento, llegó a ser acusado de hereje por su pintura. Recreó escenas de la vida de Cristo y de algunos santos en las que revela el asolamiento del alma por horribles representaciones del mal y las tentaciones. Integrado en su obra maestra "El jardín de las delicias" o recreada en solitario, el episodio de Las Tentaciones de San Antonio es uno de los ejemplos más espectaculares en su trayectoria.

La obra fue pintada en 1946, cuando Dalí se convierte al misticismo. De hecho, comienza su nueva etapa artística con esta composición tan frecuente en el Renacimiento. San Antón se retiró hacia el año 270 al desierto egipcio para dedicarse a la vida ascética huyendo de los pecados de la carne. Las tentaciones que sufre en este sentido están magníficamente reflejadas por Dalí, que coloca dos figuras de mujeres desnudas sobre unos elefantes de alargadas y desproporcionadas patas, situándolas entre el cielo y la tierra. Los animales simbolizan también la levitación presente en las "pinturas místicas corpusculares" del artista.

San Antonio Abad soporta seis tentaciones sucesivas. El caballo encabritado es símbolo del poder y, por sus formas voluptuosas, de la lujuria, representada en una mujer de voluminosos senos y de cuerpo carnoso. El tercer elefante lleva sobre sus espaldas una copa del obelisco de Gian Lorenzo Bernini, el cuarto lleva el cuerpo de una dama desnuda dentro de un edificio, y el último una torre fálica.