LOS ARTISTAS VINCULADOS AL TEMPLO DEL SANTO ÁNGEL DE SEVILLA
PEDRO DUQUE CORNEJO

Juan Dobado (16/01/2021)


 

 

Nos encontramos ante una de las imágenes más bellas y significativas que representan la iconografía de la Inmaculada Concepción en Sevilla. Cuando nace Duque Cornejo en 1678, unos años antes, en 1662, había llegado el Breve de Alejandro VII que autorizaba el culto a la Inmaculada, causando un fuerte impacto en la ciudad. Es el ambiente de devoción que se respiraba en una Sevilla acostumbrada a mirar la belleza de la Inmaculada ("Cieguecita") de Montañés o la pulcra dulzura de los rostros inmaculistas murillescos.

Dentro de la producción de Duque Cornejo destacan sus obras marianas, desde sus primeras creaciones hasta el ciclo de la vida de la Virgen que plasma maravillosamente en la sillería del coro de la catedral cordobesa. El tema de la Inmaculada Concepción ocupa un lugar significativo en su producción, siendo la talla del Santo Ángel su mejor creación. Entre otras versiones se encuentra la que realiza para Puente Genil (Córdoba), donde se percibe la huella granadina de Alonso Cano y Pedro de Mena. Muy cercana se encuentra la de Santa María de Carmona, de 1719, para desembocar en la obra más madura del oratorio de la Cartuja granadina.

En 1743 realiza la talla que nos ocupa, ubicada en el crucero del templo carmelitano del Santo Ángel, siendo colosales sus dimensiones próximas a los dos metros de altura. Procede del convento hispalense Casa-Grande de San Francisco, concebida para ser procesionada y, por tanto, cuidada en todos sus detalles. Es una muestra no solo de la devoción de la ciudad al misterio mariano de la Inmaculada Concepción, sino también de la orden franciscana que destacó en la defensa de la "llena de gracia" concebida sin pecado original.

 

 

Es una escultura de la plena madurez del maestro que sobresale en su producción artística. Así lo expresó el experto Hernández Díaz: "Recoge la inefable tradición de la serie concepcionista andaluza -Montañés, Cano, Roldán, Mena, Mora, Risueño- y nos ofrece el propio mensaje de su numen creador e investigador".

La Virgen se representa sobre una peana de nubes y graciosas cabezas de querubes, erguida, con un leve giro hacia su izquierda, desplazando la mirada hacia el lado opuesto. Las manos unidas en actitud de oración, la cabeza bellísima siguiendo el canon habitual en el maestro. Su mirada, llena de dulzura, contempla al que le implora en su oración. El ropaje se resuelve con una soltura pocas veces igualada por el escultor, las telas parece que vuelan en un movimiento continuo que no resta elegancia y serenidad a la imagen. El tratamiento de las ropas ya lo encontramos en obras tan bellas como las Santas Justa y Rufina de la Catedral sevillana.

A raíz de la última restauración a la que fue sometida podemos contemplar de nuevo su espléndida policromía, ejecutada por el propio maestro, con elegantes detalles florales y vegetales, y con preciosos detalles en el estofado y en las veladuras que adquieren tonos de porcelana. Orgulloso de su creación, Pedro Duque Cornejo repite esta composición para la mencionada sillería del coro de la Catedral de Córdoba.

 

 

Además de numerosas reliquias de santos, en el llamado "relicario" del Museo del Santo Ángel, ubicado en una gran hornacina, podemos contemplar una serie de imágenes como un San Juan Evangelista, talla completa de pequeño formato, que recuerda la obra de Duque Cornejo.

 

Fotografías de Luis Romero

 

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