LOS ARTISTAS VINCULADOS AL TEMPLO DEL SANTO ÁNGEL DE SEVILLA
IGNACIO VERGARA
Juan Dobado (30/01/2021)
Una de las incorporaciones más llamativas en la publicación del libro "El Santo Ángel de Sevilla y su Museo" es la de esta pequeña obra maestra al catálogo de esculturas del maestro Ignacio Vergara (Valencia, 1715-1776). Se trata de una obra que representa a San Pascual Baylón, tallada en madera de pequeño formato, que destaca por la altísima calidad de la imagen. Representa al santo devoto de la Eucaristía en pleno arrobamiento, arrodillado sobre una nube en pan de plata, con dos angelotes como escolta, uno de ellos sujetando un precioso ostensorio en plata y bronce dorado, alusivo a su iconografía. Delante aparecen dos preciosos querubes, que pasan por ser lo más delicado de la obra, junto con el tratamiento realista del rostro extasiado del santo y el naturalismo de las pobres vestiduras propias de su condición de religioso franciscano. San Pascual Baylón lleva aureola de bronce dorado, todo original y de gran calidad. Se asienta sobre una peana de estilo neoclásico con preciosos marmorizados y guirnaldas doradas. Presenta numerosas similitudes con otras imágenes de Ignacio Vergara, como el "San Pedro de Alcántara" y algunas pequeñas piezas de pequeño formato del museo dedicado al santo en Vila-real (Castellón). Igualmente se asemeja a las antiguas tallas de los capuchinos de Cádiz o a la "Inmaculada Concepción" de la catedral gaditana, que presenta dos querubes en la peana muy parecidos a los que comentamos. Ha sido magistralmente restaurada por Carles Salafranca hace tan solo unos meses. |
Breve informe de la intervención en la pieza de San Pascual Baylón (por Carles Salafranca) Esta bella escultura de madera tallada y policromada con base dorada y marmorizada, presenta a San Pascual Baylón, santo franciscano de origen aragonés, sobre una nube con ángeles en representación triunfal. De extrema delicadeza y finura, destaca la calidad de la talla, la minuciosidad de las gubias en las manos, pies y ángeles de la peana, y las elegantes policromías. La pieza es fechable en el siglo XVIII, y casi con seguridad atribuible al círculo de Ignacio Vergara (1715-1776). Sigue el lenguaje desarrollado por este célebre escultor levantino y se asemeja a piezas atribuidas a su entorno, como alguna que se conserva en el museo del Pouet del Sant en la Basílica de San Pascual de Vila-real (Castellón) donde el santo está enterrado y se venera su sepulcro. Su estado de conservación era aceptable, siendo la principal alteración el gran estrato de suciedad acumulada que presentaba, así como los faltantes de soporte y la amputación de uno de los ángeles. Al santo le faltaba una de las falanges en la mano izquierda, así como partes de la capucha debido a la erosión y colocación poco adecuada de la aureola. El pequeño ángel separado del conjunto había sido retirado y re-colocado en la puerta de un Sagrario, al sostener un custodia con la Eucaristía, principal atributo del santo franciscano. Se planteó la siguiente intervención. Una primera limpieza superficial de la obra, mecánica. Se retiraron los atributos y otros elementos metálicos. Luego una consolidación puntual de estratos con desprendimientos y grietas, usando cola orgánica en disolución acuosa y aplicación mediante empacos usando papel japonés. Tras la primera limpieza superficial, se llevó a cabo una de mayor envergadura de tipo físico-químico en el conjunto, tras los pertinentes test de solubilidad. El método más adecuado fue utilizar una primera limpieza mediante jabón neutro en disolución acuosa a baja proporción, y una posterior puntual y controlada en las zonas que habían sido repintadas mediante disolventes orgánicos. Especialmente delicada fue la limpieza de los repintes del angelito reutilizado en el sagrario, que había sido altamente intervenido de forma poco académica. Para eliminar los repintes más toscos y gruesos que presentaba dicha figura, así como la pasta que se había aplicado para intentar solventar las lagunas en los dedos de ambas manos, fue necesario utilizar bisturí y escalpelo. Se realizó un barnizado intermedio protectivo de la pieza antes de reponer faltantes con resina bi-componente de tipo epoxídico, modelando las formas de los volúmenes perdidos. Se restituyó la sujeción del angelito mutilado a la peana mediante una espiga de madera de haya. Se estucaron y reintegraron cromáticamente las lagunas y faltantes con un primer tratamiento de base acuosa utilizando gouaches, y un posterior retoque con pigmentos al barniz Maimeri. Con el barnizado final se dio por terminado el tratamiento sobre la pieza. Paralelamente, se limpiaron los atributos metálicos y se mejoró de su sujeción. Además, se observaron unos pequeños elementos metálicos a modo de alfileres que rodeaban las caderas de los dos ángeles de la base. Se encontraron restos de tela azul en las partes ocultas que se encastran en la base de nubes, de modo que se entendió que eran los anclajes de elementos textiles que ocultaban la desnudez de los querubines. De este modo, se realizaron dos tiras de tela cosidas a hilos de alambre inoxidable que, ocultos en el interior, permitían dotar de movimiento a las telas y sujetarse sin la necesidad de usar los elementos metálicos, que fueron retirados para evitar la oxidación y corrosión de la madera donde se ubicaban. |
Fotografías de Luis Romero
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