SHAKESPEARE EN EL ARTE (IV)
OTELO

Con información de Rodrigo Morais


 

 

Otelo

Prototipo de obra erudita, debemos tener en cuenta que prácticamente todas las creaciones de Shakespeare fueron construidas sobre bases derivadas de la cultura popular. Su teatro, por más que hoy aparezca como clásico y académico, nació de un joven sin educación esmerada, que ni era noble ni escribió para la nobleza, al menos no específicamente. Y es que si hay una característica notable del teatro isabelino, al igual que el teatro del Siglo de Oro español, es su carácter popular que absorbe elementos propios de las capas más bajas de la población, económicamente hablando, para luego, una vez escrito, dirigirse a la diversión de esas capas.

Otelo es uno de los casos más destacados de la asimilación emprendida por Shakespeare del folclore de su tierra natal. Todos los expertos hablan de las conexiones de esta tragedia con la "commedia dell'arte", especialmente el demoníaco personaje de Yago, concebido como una especie de arlequín del mal. Yago, alférez al mando del general norteafricano Otelo, inocula el virus de los celos en su susceptible superior como venganza por no haberle ascendido al rango de general. Desdémona, joven hija de un senador veneciano que, contrariando a su padre, se ha casado en secreto con Otelo, será la otra gran víctima del complot urdido por el sinuoso Yago.

 

 

Antonio Muñoz Degrain

Nacido en Valencia capital, Muñoz Degrain (1843-1924) es uno de los pintores más singulares y originales de todo el fin de siglo valenciano. Inclinado desde su juventud por el género del paisaje, que nunca abandonaría, abordó sin embargo a lo largo de su carrera los más diversos temas, mostrando una especial predilección por los pasajes literarios, las dramáticas escenas de inundaciones, los asuntos orientalistas y el género histórico.

Artista de carácter vehemente y exaltado, fue discípulo de Rafael Montesinos en la academia valenciana de San Carlos, aunque su formación fue, como él mismo proclamaba, esencialmente autodidacta. Llamado en 1870 para decorar el Teatro Cervantes de Málaga, se estableció en esa capital andaluza, a la que consideró siempre su ciudad de adopción. Allí fue nombrado profesor de la Academia de San Telmo y llegó a ser maestro de toda una generación de artistas, entre ellos un jovencísimo Picasso, quien le mostró siempre afecto y respeto.

Como la gran mayoría de los pintores españoles de su tiempo, Muñoz Degrain participó asiduamente en las Exposiciones Nacionales desde 1862 hasta 1915, siendo sus éxitos en estos certámenes los que marcarían decisivamente la trayectoria artística del pintor. La Primera Medalla obtenida en el año 1881 con el colosal cuadro titulado Otelo y Desdémona le propició una pensión del Gobierno español para hacer su tan deseado viaje a Roma, visitando entonces varias ciudades de la Toscana y Venecia.

Desde sus obras más juveniles, Muñoz Degrain sacrificó el rigor del dibujo en favor de una fogosa visión del color, ardiente y gozoso, de tonos que llegan a ser en su etapa de madurez estridentes y violentos, con los que concibe sus visiones llenas de fantasía e imaginación, envueltas en una verdadera orgía cromática, de una audacia a la que pocos artistas de su tiempo llegaron a atreverse.

Tanto el boceto como el oleo final de Otelo y Desdémona, obra adquirida por el vizconde Soares Franco, quien la donó al Museu Nacional de Arte Contemporânea-Museu do Chiado (MNAC) de Lisboa, es un buen ejemplo de dichos detalles, así como del gusto burgués por la dramaturgia shakespeariana en el siglo XIX.

 

FUENTES: DÍEZ, José Luis. "Antonio Muñoz Degrain (1843-1924)", en
El Mundo Literario en la Pintura del Siglo XIX del Museo del Prado, Madrid, 1994, p. 239.

 

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