TERESA DE JESÚS. LA MUJER MÍSTICA (IX)
GEORGES CLAIRIN

Jean-Claude Yon


 

 

El último tercio del siglo XIX estuvo marcado en Francia por un profundo cambio en la actividad teatral. El teatro se libera de todas las trabas de carácter administrativo (excepto la censura) y ya no obedece solamente a las leyes del mercado. Desde entonces se buscan producciones rentables al máximo, diseñadas en torno a un actor o actriz que a su vez era ídolo de masas, lo que se denómino una "estrella" de las tablas. Estas figuras cobraron desde principios del XIX cada vez más importancia, y la que supo mejor disfrutar de este florecimiento de lo que, posteriormente, Hollywood llamaría "star-system" fue Sarah Bernhardt (1844-1923).

La primera vez que retrató a Sarah Bernhardt, el pintor y decorador Georges Clairin (París, 1843 - Pouldu, 1919) empezaba a hacerse un nombre tras conseguir un gran éxito en el Salón parisino de 1876. Clairin fue el retratista de la actriz elegido por ella misma. Una actriz, al igual que Clairin, fascinada también por lo oriental como elemento del romanticismo y que, con los años, se hizo también famosa por su divismo y excentricidad.

Clairin no solo inmortalizó a Sarah Bernhardt, llamada por sí misma "La Divinidad", en sus más famosas representaciones teatrales, sino en todos los aspectos de su vida; por ejemplo, en la intimidad de su espectacular mansión, rodeada de muebles y adornos procedentes de varias épocas y países, ya que la Bernhardt, tras romper a viva voz con la Comédie-Française en 1880, se embarcó en extensas giras por todo el mundo, logrando ingresos sensacionales, hasta el final de sus días, incluso tras serle amputada la pierna derecha en 1915.

En el año 1906, Bernhardt estrenó La Vierge d'Avila (Sainte Thérèse), un pomposo drama teatral sobre Santa Teresa de Jesús escrito por Catulle Mendès con música de Reynaldo Hahn y decorados de Paquereau. La obra, aunque recibió fuertes críticas por darle el esplendor de una fiesta mundana al misticismo de la Doctora de la Iglesia, cosechó también grandes elogios por recoger una de las más admiradas interpretaciones de la actriz, especialmente la de la escena de la muerte, recreada con gran veracidad por Clairin como se puede comprobar comparando el lienzo con la fotografía (imagen inferior) conservada en la Biblioteca del Arsenal de París.

 

 

FUENTES: YON, Jean-Claude. "La naissance du vedettariat", en http://www.histoire-image.org

 

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