TRICENTENARIO DE IGNACIO VERGARA II (X)
ADORACIÓN DEL NOMBRE DE MARÍA
Santiago Rodríguez López
En 1703 el cabildo catedralicio de Valencia encomendaba el escultor y arquitecto alemán Conrad Rudolf el diseño y ejecución de la portada principal de la sede valentina. Partidario del candidato austríaco en la guerra de sucesión, la marcha del artífice de la ciudad se vio precipitada por la presión de las tropas borbónicas, estableciéndose en Barcelona con el séquito del Archiduque Carlos en 1707. La ausencia de Rudolf al frente de as obras provocaría su paralización hasta 1713, no siendo hasta 1727 cuando se documenta la continuación de las labores de escultura y ornamentación en piedra blanca del frontispicio. Tal encomienda recaería en la figura de Francisco Vergara el Viejo, quien contó el trabajo del también alemán Francisco Stolz para la realización de las esculturas del imafronte. Concluidos en 1741 los trabajos de la fachada, a falta del relieve situado sobre la puerta, se daría por finalizada la relación de Vergara el Viejo con la empresa catedralicia. Habría que esperar una década para la realización del relieve que nos ocupa, trabajo que, dada la avanzada edad de éste y la enfermedad que lo impediría en lo últimos años de vida, afrontaría su hijo Ignacio Vergara, como sucediese en similares circunstancias con las portadas de la cercana iglesia valenciana de san Martín. Son múltiples las referencias documentales a la hechura del relieve de Vergara, en las que la cronología resulta contradictoria e imprecisa. Esta controversia en torno a su datación quedó resuelta en el artículo de Fuensanta García sobre el modelo preparatorio en barro, conservado en el Museo de Bellas Artes de Córdoba, en el que figuran la firma del autor y la fecha de 1752. Tal cronología será confirmada por la constancia documental del pago de 900 libras entre 1752 y 1753, año este último en que el campanero Julián Calbo y el dorador Pedro Vicente Moya percibían sendos pagos por la hechura en bronce del anagrama mariano y su dorado. |
Junto al citado modelo de Córdoba, el más próximo al definitivo, existen varios bocetos y dibujos preparatorios en los que se contemplan las distintas posibilidades formales en torno al tema propuesto. En concreto, dos fragmentos en terracota, actualmente en las colecciones del Colegio de la Purísima de Ontinyent (Valencia) y el Convento de Espíritu santo en Gilet (Valencia), y dos dibujos preparatorios pertenecientes a la colección de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, guardados en el Museo de Bellas Artes de Valencia. De estos últimos, distantes también a la composición final, destaca la inclusión de un ángel trompetero, acaso la representación de la fama presente en la idea inicial de Rudolf, a quien se había encargado proyectar tal figuración junto a las armas del cabildo, cuya heráldica finalmente no figuraría en el conjunto. Compositivamente, el altorrelieve de la portada se articula en torno a una gran venera rococó que cobija el monograma mariano, situada sobre una arquitectura de perfiles curvos, ornamentada con rocallas y volutas y guarnecida de palmas y flores. Estos elementos se asientan sobre una movida base de nubes dispuesta sobre la molduración del arco, en la que descansan sendos ángeles adoradores, un ángel niño y dos ángeles querubines. El conjunto queda rematado por una gran corona imperial de diseño rococó, sostenida por dos ángeles niños que sobrevuelan la venera central. De entre la nutrida representación angélica que rodea la representación del nombre de María, sobresalen los dos ángeles adoradores. La filiación de éstas y otras representaciones similares en la obra vergaresca con los modelos de Bernini ha sido reiteradamente señalada por David Vilaplana: evidencian un notable parentesco con los estucos de Antonio Ragi de la cúpula de Santa María Asunta en Ariccia, o con los ángeles adoradores de la Capilla del Sacramento, en San Pedro del Vaticano. En cualquier caso, el difundido modelo del que participan halló feliz continuidad en la labor escultórica del escultor, así como de sus contemporáneos y discípulos, convirtiéndose en una constante en la ornamentación escultórica de la arquitectura barroca valenciana. |
Bocetos en papel |
BIBLIOGRAFÍA BUCHÓN CUEVAS, Ana María. Ignacio Vergara y la Escultura de su Tiempo en Valencia, Valencia: Secretaría Autonómica de Cultura y Política Lingüística de la Generalitat Valenciana, 2006, pp. 255-259. GARCÍA DE LA TORRE, Fuensanta. "Sobre un proyecto de Ignacio Vergara para la catedral de Valencia", en Apotheca, nº 4, Córdoba, 1985, pp. 49-60. ESPINÓS DÍAZ, Adela. Museo de Bellas Artes de Valencia. Catálogo de dibujos, tomo II, Madrid: Ministerio de Cultura, 1984, pp. 248-249, láminas nº 776 y 777. IGUAL ÚBEDA, Antonio. "Un gran escultor del siglo XVIII. Ignacio Vergara Gimeno", en Boletín de la Sociedad Española de excursiones, año XXXVII, tercer trimestre, Madrid, 1929, pp. 170-171. ORELLANA Y MOCHOLÍ, Marco Antonio de. Biografía pictórica valentina o vida de los pintores, arquitectos, escultores y grabadores valencianos (ms. Ca1800), Valencia, edición de 1967, pp. 420, 421 y 600. PINGARRÓN SECO, Fernando. "La fachada de la Catedral de Valencia. Los contratos originales y otras noticias de la obra en torno a 1703", en Archivo de Arte Valenciano, nº 67, Valencia: Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, 1986, pp. 52-64. VILAPLANA ZURITA, David. "Vinculaciones europeas de un excepcional monumento barroco, la portada de los hierros de la Catedral de Valencia", en Goya. Revista de Arte, nº 231, 1992, pp. 141-143. |
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