El modelo iconográfico de Cristo recogiendo sus vestiduras también se reprodujo, con mayor o menor emotividad, en otros puntos de Andalucía. Así, por ejemplo, la cofradía sevillana de las Cigarreras contó antaño con el popular Cristo de la Púrpura. Según González de León, dicha hermandad omitió en 1807 el segundo paso de los tres que articulaba su cortejo penitencial. Precisamente en dicho paso procesionaba "el Señor solo, poniéndose la túnica después de haber recibido los azotes", tal y como lo describe dicho historiador en su obra "Historia critica y descriptiva de las cofradías de penitencia, sangre de luz, fundadas en la ciudad de Sevilla" (1852).

Bermejo y Carballo confirma la información precedente. Al referirse a dicha corporación ratifica que tiene dos pasos. En el primero se expone al Señor atado a la columna y en el segundo a la Dolorosa. A continuación anota que "antes llevaba otro paso, después del de los Azotes, en el que figuraba a Ntro. Sr. Jesucristo en el acto de cojer la túnica para cubrirse, después de los azotes, mostrándose a su lado la columna. Desde el año de 1807 que lo llevó en la Cofradía; no volvió a sacarlo hasta el de 1874, único año que en nuestros días lo ha ejecutado; más la parihuela hace mucho que no existe". Así lo narra en su obra "Glorias Religiosas de Sevilla" (1882).

No existe al presente ni una sola imagen, sea grabado, dibujo o fotografía, del Cristo de la Púrpura que tuvo la Cofradía de las Cigarreras hasta el año 1900. A la vista de la información aportada por las fuentes documentales, podemos colegir que se incorporó como imagen de culto antes de 1648-1651 pues así lo evidencian los testimonios obrantes en los autos. Tuvo un primer paso del que se desconocen los datos referentes a su diseño y construcción y que fue entregado al escultor Pedro de Borja como parte del pago del segundo paso y urna contratado en 1664, que finalmente concluyó el célebre Pedro Roldán conjuntamente con ocho ángeles gracias al compromiso suscrito en 1666, de los que los cuatro mayores por fortuna los sigue conservando la hermandad.

El 2 de diciembre de 2016, la hermandad hispalense de las Cigarreras inauguró, en el Salón del Apeadero del Ayuntamiento de Sevilla, la exposición "Cristo de la Púrpura. Recuperación de una advocación perdida". En dicha muestra, del 3 al 7 de diciembre de 2016, se pudo contemplar la nueva imagen realizada para dicha corporación de penitencia por el escultor e imaginero sevillano José Antonio Navarro Arteaga.

La muestra documentó la presencia de la primitiva imagen en la Hermandad de las Cigarreras hasta su desaparición (hacia 1650-1904), incluyendo el paso y las túnicas que poseía; así como las fuentes literarias e iconográficas de la misma, planteando una hipótesis que vincula el desaparecido Cristo de la Púrpura de la hermandad a la representación del célebre pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo, realizada probablemente en la década de 1660.

El simulacro de Navarro Arteaga en madera policromada recoge semiarrodillado y ligeramente cabizbajo una clámide de terciopelo, con el rostro lloroso y agotado por la flagelación y su mano derecha apoyada en el fragmento de columna al que ha sido atado con cíngulo de plata. Cubre su desnudez con un lienzo tallado en aristados pliegues. El cabello, encrespado, largo y partido al medio, da paso a un rostro alargado, conmovedor y de marcados rasgos hebreos.

La presencia del escarabajo, situado en la parte trasera del basamento de la columna, alude a la resurrección por herencia del Antiguo Egipto, donde, bajo el nombre de Khepri, era uno de los animales sagrados por excelencia, ya que desde tiempos de los faraones se consideraba un símbolo de vida eterna.