EL RETABLO Y LA PRIMITIVA IMAGEN DEL NAZARENO
DE BOLLULLOS PAR DEL CONDADO (HUELVA)

José Carlos Pérez Morales (29/07/2014)


 

 

Datos históricos de la hermandad

Para situar los orígenes de la Hermandad del Nazareno de Bollullos Par del Condado (Huelva) hemos de trasladarnos en el espacio y en el tiempo hasta el antiguo Convento de San Juan de Morañina, ubicado en un paraje rústico a unos dos kilómetros de la ciudad, en el que radicó la Orden Tercera de Franciscanos desde el año 1400 hasta la desamortización de 1835. Esto se debe a que nuestros antiguos titulares recibieron culto entre sus centenarios y hoy derruidos muros, al pie del también malogrado zapote; y a la posibilidad de que nuestro retablo mayor sea originario del mencionado convento.

El incendio de los archivos parroquiales en 1936 dificulta enormemente esta reseña; no obstante se cuenta, aun sin datos fehacientes, que en el siglo XVII la Capilla del Nazareno se levantaba ya en su actual emplazamiento, entonces a extramuros de la villa, aunque el progresivo crecimiento del casco urbano acabó absorbiéndola. Se conocía entonces popularmente como Ermita de los "Millaeros" (degeneración del término "Humilladeros") pues a ella acudían en humillaciones penitenciales los disciplinantes de cilicio y flagelo en Semana Santa.

Ya en 1704, en la manda testamentaria de Don Juan Garrido, se hace mención al altar del llamado "Santo Cristo del Humilladero". Y en 1719, en un acta notarial que habla de los linderos de una casa en la calle del Castillo (actual "Pérez y Vacas") se nos dice del inmueble que por un lado "hazen esquina contra la ermita del Humilladero". Sin embargo, es en el testamento de Doña Inés Sánchez, fechado el 8 de diciembre de 1735, donde encontramos los primeros datos importantes sobre esta entonces ermita.

Dice Doña Inés Sánchez en una de sus mandas testamentarias: "...que uno de los dos millares de Viña Majuelo que me ttoca de dho sittio de los Quadrejones con el cargo del ttributto que le corresponde lo dejo y mando a nro Padre Jesús de Nasareno que sea de colocar en su hermitta que se esttá labrando en la calle del Castillo de esta vª para siempre con el cargo y obligación de que sus fruttos y esquilmos de cada aº, se bendan aquien mas diese por ellos, y su valor bajando deel el costo de sus beneficios se convierta en una misa Resada ttodos los dias de fiestta hasta lo que alcansare que sea de decir en su alttar de dha hermitta estando concluidas y su Magd colocado y sino lo tubiere el tiempo que separare por concluir qe se digan en dho Convto de Sn Jun de Mora hastta qe se puedan decir las dchas misas en la dha hermitta."

En 1750 asistimos a un hecho crucial cuando Don Francisco Matheos Espina dota a una capellanía "en la hermita y altar de Nuestro Padre Jesús que se halla erigida en la población desta dicha villa y calle del Castillo della (…) con la precisa qualidad de que se an de celebrar en días de presepto de oírlas, para que los fieles vezinos de aquel varrio y especialmente los pobres de solemnidad que por su poca desencia no puedan parecer en la iglesia parroquial desta dicha villa, concurran con más facilidad a la expresada hermita, y no pierdan este Santo Sacrificio". Para dicha capellanía, Matheos deja en herencia sus casas, bodega y tierras, lo que le otorga la suficiente autonomía económica para emprender la tarea de formar una cofradía de penitencia.

Así consta en el en el escrito del Vicario de Niebla, Don José María Méndez, sito en Almonte y fechado en el año 1821, notificando que la Hermandad le "ha presentado las reglas aprobadas por el Arzobispado de Sevilla en 31 de Agosto de 1756". Y en el año 1764, Doña María Sevillano deja dispuesto en su testamento que se digan anualmente dos misas rezadas en el altar de Jesús Nazareno, de lo que se infiere que el Señor por aquellas calendas gozaba ya de una considerable devoción en Bollullos Par del Condado (1).

 

 

El retablo del Nazareno

Hablamos de un admirable retablo sevillano del último cuarto del siglo XVII, del entorno de Bernardo Simón de Pineda, inspirado en el del Hospital de la Caridad de la capital hispalense.

Es posiblemente el único vestigio vivo que queda en Bollullos del desaparecido Convento de San Juan de Morañina, monasterio desde el que se cree, lo trasladaron los frailes franciscanos, a causa de la desamortización de Mendizábal, hasta la Capilla de Jesús antes de su partida a la ciudad de Sevilla. En su aspecto formal, se trata de un retablo de estilo barroco en madera sobredorada, de orden salomónico y concebido a modo de arco triunfal. Su arquivolta exterior se decora con crestería y sus magníficas columnas aparecen caladas "en avispero". Está rematado en su parte superior por un copete con el relieve del Padre Eterno y se sustenta sobre un banco de ladrillo, revestido de Mensaque sevillano pintado a mano.

La Hermandad conserva, como una joya, una antigua fotografía coloreada, anterior al año 1936 (ver enlace superior), donde se aprecia cómo era este retablo antes de su mutilación y frustrado intento de destrucción. El desaparecido titular de la Hermandad ocupaba la hornacina central, escoltada por un doselillo que también sucumbió al ataque. Hicieron lo propio dos de esas valiosísimas columnas salomónicas caladas que ya hemos mencionado, y que también y tan bien se observan en este grabado, además de dos semicolumnas del camarín. Flanqueaban al Señor el San José con el Niño, valiosa imagen roldanesca que afortunada y milagrosamente logró salvarse, y un San Antonio de Padua, también como la anterior de tamaño académico, que se perdió en el saqueo. Dos angelotes que ocupaban el rehundido del medio punto, y un Resucitado que se situaba en una pequeña hornacina justo debajo del Padre Eterno, también se perdieron para siempre.

El retablo fue derribado a golpe de hacha, método poco común para destruir el patrimonio religioso, pues el modus operandi más habitual era el del uso del fuego. Este factor fue decisivo, pues permitió su recuperación posterior en 1937. Pasada la barbarie, unos cuantos hombres de la Hermandad, capitaneados por Liborio Acosta, se encargaron de la reconstrucción de la Capilla y de su retablo mayor. Fueron entre otros los nombres sencillos de "Currito Asuero", "Manolito Aceitunita", "Manuel Parrao" y "Antoñito el Zapatero", quienes lo hicieron posible. Pieza a pieza, como quien reconstruye un primoroso puzzle deshecho a conciencia, este puñado de valientes se arman de paciencia para ir reconstruyendo y levantando el retablo poco a poco, con total precariedad de medios y como buenamente pudieron. Y no debieron hacerlo mal, a juzgar por los setenta años largos que el retablo ha permanecido en pie hasta su segunda restauración (2).

 

 

Aproximaciones a la realidad del retablo y la imagen del Nazareno

A priori, para el retablo puede proponerse una fecha de ejecución anterior al año 1704 y marcando la autoría tanto de retablo como del Nazareno dentro del taller y círculo de Roldán. No obstante, el análisis de los paralelismos estéticos nos irán "retrasando" esta cronología, considerando, además, el vínculo entre ambas obras, retablo y Nazareno. Esto nos lleva a divagar entre los siguientes autores:

El influjo de Bernardo Simón y Pineda
El referente común es el mencionado retablo mayor de la iglesia del hospital de la Caridad aunque más relación tipológica y soluciones compositivas comparte con el que preside el grupo de Santa Ana de Roldán en la iglesia sevillana de Santa Cruz y el atribuido de la Inmaculada Concepción en el mismo recinto.

Cristóbal de Guadix y Marcelino Roldán/Matías de Brunenque
Hay concomitancias de ciertas obras de Cristóbal de Guadix con nuestro retablo, como el paso de la hermandad de la Exaltación. Sin embargo, también podemos acercarlo a este artista en base a la cercanía de sus últimas obras en Villalba del Alcor (Huelva) así como pagos por piezas indeterminadas de éste a Marcelino Roldán por las fechas propuestas para la ejecución del retablo. Citar el retablo mayor de la iglesia conventual sevillana de Santa María de Jesús y el atribuible de San Antonio, en un lateral del templo. Asimismo, el hijo de Marcelino posee obras de Ángeles Lampareros (Iglesia de San Vicente en Sevilla, 1747) afines a los rasgos de los ángeles superiores del retablo, así como San Gabriel y San Rafael del retablo del Rosario del convento de San Pablo y Santo Domingo de Écija (1759) ¿Podrían ser los ángeles que vemos en el retablo de Bollullos una adición de Serrallonga a una obra donde había intervenido su padre dentro de algunas reformas/modificaciones por la reciente aprobación (1756) de las Reglas de la corporación? Podemos destacar también el retablo de la iglesia conventual de la Consolación (Mínimas de la Calle Sierpes), realizado entre 1702 y 1706, hoy en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción de Castilleja de la Cuesta (Sevilla). Para concluir, referir que Matías de Brunenque contrató 7 santos de 2 varas en 1701 para Cristóbal de Guadix, probablemente con destino a obras en proceso de ejecución o flamantes encargos.

Los Barahona
Al igual que Guadix, existe una relación de los entalladores con el entorno geográfico (Fernando, 1683, Villalba del Alcor) y con la Orden Tercera Franciscana (Baltasar, 1700, iglesia conventual de Los Terceros), que regentaba el Convento de San Juan de Morañina de Bollullos, posible origen de la efigie y retablo de la futura hermandad penitencial. Como rasgos generales de sus obras, relacionables con el retablo de Bollullos, destacar el perfil del marco donde se aloja el relieve del Resucitado (aunque es más probable que se trate de un San Juan escribiendo el Apocalipsis, tanto por la composición del mismo como por el recinto de donde proviene); nota predominante en los retablos de Barahona, aunque también lo vemos en más autores. Las volutas laterales se pueden ver en el retablo de la Inmaculada de la iglesia de los Sagrados Corazones en San Juan de Aznalfarache (Fernando, 1683-1685). La morfología de los ángeles del remate y el perfil trilobulado del remate que cobija a Dios Padre puede verse en el retablo mayor de la iglesia conventual sevillana de Madre de Dios, cuya cronología se establece entre 1700 y 1704, obra de Francisco de Barahona (muerto en 1709). En este año contrata el retablo mayor de la iglesia parroquial de San Bartolomé de Beas (Huelva), por lo que puede establecerse un marco de actuación cercano. Como nota curiosa, aunque no sea lo común, dado lo visto en las asociaciones entre entalladores/retablistas y escultores, pueden existir casos en los que la imaginería del altar sea obra del propio retablista. Por ejemplo, Francisco de Barahona se intitula arquitecto, ensamblador, tallador y escultor. Adentrándonos en el estudio de la imagen del Nazareno y teniendo en cuenta nuestro pensamiento de relación retablo-imagen, podemos lanzar una nueva línea de investigación, deudora del quehacer Bernardo Simón de Pineda.

Juan Francisco de Valencia
Yerno y discípulo, entró como aprendiz en el taller de Simón de Pineda desde el 1 de enero de 1674, cuando contaba con 13 años. Ejercería el oficio hasta bien entrado el siglo XVIII. Su estrecha relación con las personalidades artísticas del momento se documenta al aparecer junto a su suegro, Cristóbal de Guadix y Pedro Roldán en un informe emitido sobre el retablo del Santísimo de la parroquia trianera de Santa Ana. Por citar algunas de las colaboraciones destacables y afines al retablo que estudiamos sea el retablo mayor de la parroquia de Cantillana (Sevilla), donde utiliza el recurso del perfil trilobulado en el cuerpo de remate, al igual que el de la parroquial de Bornos (Cádiz), este último ya obra autónoma Juan Francisco de Valencia en 1706. Geográficamente, como marco de actuación, destacar el retablo mayor de la parroquia del Divino Salvador de Escacena del Campo (Huelva) y, sobre todo, el presidido por Nuestra Señora del Rosario, procedente quizás del cenobio franciscano de la localidad, donde puede contemplarse unas volutas laterales relacionables con las vistas en Bollullos. Sin embargo, el referente directo que tendría Juan Francisco, si aceptamos tal adscripción, es el retablo de la capilla de San Onofre (Bernardo Simón de Pineda). A la fecha del contrato (1682), Valencia contaba ya con 21 años; un retablo-baldaquino en arcosolio, cuyos detalles y composición lo acercan asombrosamente al de Bollullos. Una práctica usual era la creación de compañías artísticas con el fin de aglutinar la mayor parte de los encargos (Roldán con Simón de Pineda y posteriormente Cristóbal de Guadix, aunque ya tenemos constancia de algunas anteriores como la conformada por Juan de Oviedo y Juan Martínez Montañés); en el caso que nos ocupa, Juan Francisco Valencia, entre otras ejecuciones, en el retablo de la Capilla de Santa Ana de Dos Hermanas (Sevilla), colabora con Miguel de Perea, hijo de Agustín de Perea (autor del Cristo de la Coronación de Espinas, titular de la hermandad sevillana del Valle, y tallado en 1687). Las imágenes laterales del retablo de Bollullos podrían asignarse a su mano, con cautela, y marcarlas como referentes en algunas obras de Benito Hita y Castillo, de quien Miguel de Perea fue maestro: por ejemplo el San José de la iglesia de la Divina Pastora de Cádiz (1753) o el San Antonio de la iglesia de San Juan Bautista de Puntallana, en Santa Cruz de Tenerife (hacia 1773). El 6 de octubre de 1991, en la sección de cultura del diario ABC se daba la siguiente noticia: "El escultor Miguel Ángel Pérez documenta la imagen del Nazareno de Baena". Durante el proceso de restauración apareció en el interior del cuerpo un pergamino en el que se reflejaba que el imaginero sevillano Miguel de Perea certificaba haberlo tallado durante el reinado de Felipe V, es decir, entre los años 1700 y 1746. Cuando observamos a este Nazareno en fotografías antiguas realizadas desde el otro flanco parece que los rasgos de la propia imagen cambian y puede establecerse, si el punto de vista es alto, un parangón con Nuestro Padre Jesús Nazareno abrazado a la Cruz de la iglesia astigitana de santa Cruz, cuya hermandad adquiere la imagen en el año 1699.

 

 

Apreciaciones estéticas y posibles vínculos del Nazareno

Podemos proponer una cercanía estética con imágenes de similar iconografía como pueden ser el Nazareno de la capital onubense o el de la localidad de la Puebla de Cazalla, datado éste en 1709. Precisamente, las fotografías conservadas de Él y del también relacionable de Alcalá de Guadaíra, ilustran a la perfección la seria dificultad que se tiene al estudiar imágenes perdidas a través de instantáneas antiguas y cuya resolución, enfoque, iluminación, etc. no son las convenientes y, como ya se ha dicho, dando la sensación de ser obras distintas.

La fotografía que poseemos de la antigua imagen del Nazareno de Bollullos nos ofrece unos rasgos muy similares a los que hoy podemos contemplar en el Nazareno de la localidad sevillana de La Algaba, obra datada fehacientemente en el año 1685 en base a documentos paralelos, aunque mal vinculada a la producción de La Roldana. Sí está cercano, al igual que nuestro Nazareno, a la figura de Pedro Roldán "El Mozo", en las realizaciones enmarcadas hacia la última década del siglo XVII, y en relación con imágenes como el Cautivo de Belén (Carmona-Sevilla), el mencionado de La Algaba, incluso el Cristo Yacente de San Juan del Puerto (Huelva), con el que comparte rasgos.

A Pedro Roldán "El Mozo" se le emplaza, entre 1717 y 1718, a finalizar la escultura del retablo que Miguel Franco y Pedro Duque Cornejo contrataron en la parroquia de Trigueros (Huelva) en el año 1713. En tal año el provisor Juan de Monroy delega precisamente en los maestros arquitectos Juan de Valencia y Antonio de Carvajal el informe pericial para el visto bueno y aprobación del proyecto. Este último, el retablista y escultor Antonio José de Carvajal, colabora con el pequeño de los Roldán con obras como el retablo de la Sacramental de Santiago en Sevilla (1704). Sabemos también que en otras obras suyas lleva a cabo la imaginería como ocurre en el caso del retablo mayor de la iglesia parroquial de la Asunción del municipio sevillano de Alcalá del Río, contratado en el año 1700 y cuya ejecución se dilató hasta 1725.

El retablo de Bollullos, como hemos señalado, se encuentra en la línea propuesta por Bernardo Simón de Pineda, aunque coincidiendo dentro de los años de producción de su discípulo y yerno Juan Francisco de Valencia. Bien es cierto que los recursos técnicos y estéticos que vemos son cultivados por multitud de ensambladores y que pueden ceñirse a este círculo. Sin embargo, vemos asimismo evidente afinidad con obras de Antonio José de Carvajal, con quien se ha marcado una línea coherente de actuación tanto en localidades cercanas como en cuestiones puramente artísticas. De lo que no cabe duda es que la hermandad, Nazareno y retablo, posee obras de una inmensa calidad, técnica, estética y devocional, magníficos exponentes del tránsito entre los siglos XVII y XVIII, originados en un taller y compañía artística -el binomio Bernardo Simón de Pineda y Pedro Roldán- que supo acaparar la demanda del momento y marcar el camino con una estela de discípulos y seguidores que nos han legado obras como las que aquí hoy hemos expuesto.

Existe otra posibilidad: Cristóbal Pérez. Este lamentablemente desconocido escultor que posee un estilo inmerso en la estética de Roldán -como lo atestigua lo poco que conocemos de su obra- es posible que encierre muchas claves de algunas creaciones de este entorno. La proposición directa de autoría para el antiguo Nazareno de Bollullos es un tanto aventurada y es por ello que lo planteamos simplemente como una posibilidad que no debe desdeñarse, dado lo complejo del aparato creativo que se da en estas décadas y del que hemos sido partícipes en líneas anteriores. Si es así, la hechura debería concretarse en los años finales de la vida de Cristóbal Pérez, hacia 1685, lo que además fundamentaría tal cronología para el propio retablo, el cual se ha parangonado con el de la capilla de san Onofre, realizado en 1682.

Aspecto interesante es la actuación de Cristóbal Pérez como fiador de Sebastián Rodríguez en el encargo de un paso para el Crucificado del Amor en el año 1685, precisamente, cuando la corporación radicaba en el convento de Nuestra Señora de la Consolación de la orden Tercera de San Francisco y cuyo retablo mayor realizaría Baltasar de Barahona 15 años después, como ya se ha remarcado.

Finalmente, dato de importancia capital que apoyaría nuestras tesis relacionales es la vinculación entre Cristóbal Pérez y Bernardo Simón de Pineda en la figura de su hijo, Francisco Pérez, el cual es aprendiz en el taller de este último entre los años 1687 y 1688.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) Datos históricos extraídos de la web de la hermandad (www.hermandaddelamadruga.org)

(2) Ídem.

 

 

Fotografías de Santiago Rodríguez López

 

Nota de La Hornacina: Resumen de la conferencia pronunciada el viernes, 14 de febrero de 2014, en la Capilla de Nuestro Padre Jesús Nazareno en Bollullos Par del Condado, Huelva). José Carlos Pérez Morales es Doctorado en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla (US).

 

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